sábado, noviembre 30, 2013

“Conspiración”




Conspiración”



          -Mañana se dictara tu sentencia, todos los cargos presentados con sus correspondientes pruebas indican que no será muy a tu favor – advirtió Jared hacia la morena inescrupulosa que tenia al frente, quien lo observaba completamente impasible.
-No me sorprendería. La justicia al igual que Dios obran de manera tan misteriosa... – comento sarcástica.
Jared suspiró, harto de tanta prepotencia. Es que simplemente, no obstante sus años de carrera y dedicación al estudio de la mente criminal, no podía concebir como una persona se manejase con tanta desfachatez por la vida, aún cuando esta podría estar en peligro de condena perpetua; o si quiera mostrase un mínimo ápice de emoción, una mínima señal de que albergase algún tipo sentimiento o valor; que no sea más que por medio del sarcasmo, y la jocosidad, propios de una persona, cuyo pensamiento simplemente demostraba que poco y nada era lo que la podía a llegar a amedrentar. Pues carecía por completo de ética.
-¿Qué ocurre santurrón?¿ Te cansaste de jugar al perro que busca donde nadie quiere ser encontrado? - le inquirió sagaz, con su típica sonrisa ladina - ¿Qué se siente ser el “faldero” de los superiores? Menudo par de tiranos resultaron ser las autoridades ¿eh? Puras lacras. Después de mi no repararía inconvenientes en prestarles alguna de mis tantas causas, aunque probablemente no las necesiten para considerarse dignos criminales – profirió socarrona.
-Esas personas velan por la justicia...
-Esos criminales son tan miserables como yo, la diferencia radica en que yo no tengo doble discurso. No me escudo en la errónea idea de “darle a cada uno lo suyo”, sin antes recordar “no dañar al otro” y sobre todo “vivir dignamente”... Soy criminal y punto. Ulpiano me pasa por el centro de la entrepierna.
Jared inspiró profundo, había prometido intentarlo, previo asumir la derrota. Relajó sus músculos contraídos por los comentarios jocosos de Elena. Ante todo debía mantener la compostura y no dejarse dominar por las artimañas de una delincuente, hábil en su “labor” de irritar.
-Me gustaría que negociemos algo... - le insinuó.
Ella sonrió ladina.
-El inmaculado Jared quiere hacer negocios con la mismísima hija de satán – se burló.
-Vine a proponerte algo...
Elena se carcajeó desvergonzada.
-No lo creo querido...
-Si aceptas te doy lo que quieras a cambio – apuntó.
-Nada de lo que puedas ofrecer me interesa – le contrarrestó.
-Puedes pedir lo que quieras... droga, cigarros, alcohol... menos armas y tu libertad – aclaró. - tu dirás.
-¿Entonces de repentes eres el genio de la lampara mágica? - comentó jocosa, ella quería poner aprueba sus limites de tolerancia. Tal vez de ese modo encontraría un tope en esa infinita paciencia de la que tanto fanfarroneaba ese imbécil y lograr así que la dejase tranquila en su última noche como homicida legendaria.- Aunque... - se acercó con cautela hacia él y lo inspeccionó en profundidad . - debo admitir que una buena revolcada sobre esta mesa no vendría nada mal... 
-De acuerdo – acepto él sin más.
Elena arqueó un ceja, claramente no esperaba tal respuesta.
-¿Estarías dispuesto a tener sexo con una prostituta que haya estado con quien sabe cuántos hombres en su vida, cuya sangre esta infecta de todo tipo de estupefacientes, pero por sobre todo con una maldita homicida enferma hasta la médula y ávida de venganza a cualquier precio? - ironizó.
Él asintió intentando mantener la serenidad, hablar con Elena se estaba tornando complicado y por un momento se alarmó al percatarse de lo que estaba a punto de hacer. Esto podría llegar a producir consecuencias negativas. Estaba arriesgándose demasiado. Pero si realmente quería obtener algo de ella, debía tomar medidas drásticas, pensó.
-Sería lo justo ¿no?
-¿Sabes que te haría de todo...? - le insinuó ella sin tapujos.
De pronto Jared notó como repentinamente las facciones de la homicida se acomodaban sutil hasta arrecirse en un perfil completamente extravagante e impropio, nunca antes visto. Una oleada de sensaciones, provocados por la insinuación de su mirada sicalíptica, activó aquel recóndito espacio destinado a los deseos concupiscentes. Pero rápidamente fueron reprimidos, sin permitirles emerger lo suficiente como para alarmar; pues no debía perder de vista el objetivo. Además detrás de aquello había descubierto algo por donde arremeter.
-Haremos lo que quieras... - dijo sugerente. - pero antes deberás hacer lo que te pida.
Ella sopesó un instante la propuesta. Ambos estaban enfrentados, él trató de sosegar sus impulso humanos, mientras la intentaba intimidar con su mirada rígida y su cuerpo entumecido. Ella al instante se relajó, alejándose de él.
-Escupe – dijo finalmente.
- Quiero que respondas algunas preguntas. – le instó, a sabiendas de que probablemente seria inútil, imposible de lograr. 
-La ronda de interrogatorios ya paso... - le recordó.
-Esas preguntas nada dicen de ti, fueron una total perdida de tiempo, algo que tuve que seguir a rajatabla por simple protocolo, yo quiero hacerte mis preguntas.
-Olvídalo – espetó.
Jared inhaló nuevamente presionando el puente de su nariz.
-Mira... - llamó su atención, sus facciones se habían entumecido formando un gesto severo. - Follarte no te saldrá gratis, si quieres que te estampe contra esta mesa y te penetre hasta el hartazgo será mejor que cooperes preciosa. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas, aquí estamos solos tú y yo, no hay ninguna maldita autoridad que nos censure... así que lo vamos a hacer a mi modo. ¿lo has entendido?
-¿Me vas a violar? – le preguntó arqueando una ceja.
-No será necesario, porque ambos vamos a cumplir lo pactado.
Ella lo observó por un breve instante con una expresión difícil de desentrañar.

-Ante todo me gustaría que por esta noche abandones la prepotencia y el sarcasmo, y me expliques que esta pasando en esa cabeza - le propuso él, apoyando sutil su dedo índice en la frente de Elena.
-Pides demasiado para ser un simple detective, - respondió apartando bruscamente el dedo intromitorio de Jared.- mucho más que mi abogado que por cierto es un idiota. Ambos pierden el tiempo – concluyó con parsimonia y una templanza casi imposible de asimilar. Hecho que removió algo en Jared. Una intuición podría decirse.
-Leí expedientes tuyos.- comenzó paseándose por la habitación.- Un pasado oscuro. Raro sobre todo considerando que provienes de una familia bien constituida, tuviste muchos amigos. Una niñez y adolescencia bastante “tranquila”. Dime, - inquirio apoyando las palmas de sus manos en la mesa frente a Elena.- ¿qué te llevo a ese cambio tan radical de ser?
-Incurrí en la droga, ya se los dijo mi abogado - declaró reticente.
-Lo sé, pero eso lo dice él, ¿tú qué dices?
-La droga, ya te lo estoy diciendo.
-Presiento que mientes.
-Allá tú y tú jodida intuición...
Jared se acercó a ella.
-¿Por qué alguien con una vida tan ejemplar podría incurrir en un mundo tan oscuro y cerrado, así como así..?
-Marihuana, ácido, cocaína, y muchas otras porquerías con las que tal vez jamás te hubieses imaginado... todo forma parte de una proceso. Empiezas con una y terminas con un arma apuntando al dealer que acabas de follarte...
-No te creo... 
-Pues ese es tu problema...
-¿Mal de amores?- prosiguió ignorando los comentarios de Elena. Sentía que estaba encaminado.- no lo creo, ¿Homosexualidad reprimida? está bastante claro que no ¿qué paso?
-Dime tú a que demonios viniste ¿eh? ¿Quieres que te cuente mis experiencias sexuales, de como me gustaba que me follen duro? ¿saber como inhalaba tiza, me inyectaba veneno y fumaba mierda? ¿contactar con mis llegues? no venden viagra te lo comento, ni nada que pueda contribuir a mejorar tu disfunción eréctil. No te soy de utilidad.
-Que eres puta y una drogadicta no lo niego...  - repuso con malicia. - pero tampoco ignoro que eres una vil mentirosa...
-Vete a la mierda puto.
-¿Tu mataste a Annie? - le inquirió insistente ubicándose cerca de su rostro.
-Si – contraatacó.
-Mentira... - contradijo. - te lo preguntaré de nuevo ¿Mataste o no a Annie?
-si – respondió con acritud
-Mientes...
-¿Aparte de disfunción sexual sufres de demencia senil...? – se levantó súbitamente para enfrentarlo. - yo asesine y torturé a esa mojigata... – espetó áspera.
-Estas omitiendo algo – insistió. Elena estaba irritándose en demasía con todo ese cuestionario y Jared lo sabia. - ¡dímelo! - la tomó por los hombros sacudiéndola violentamente, algo que en su profesión estaba completamente prohibido. Pero en ese momento estaban solos.
-¡La maldita chilló como un ternero carneado vivo... vieras como me mojé al verla suplicar! - profería ella maniática completamente alienada, en tanto Jared la zarandeaba.
De pronto hizo algo con lo que probablemente podría perder su trabajo. Rodeo la mesa hasta llegar hacia ella y le apuntó en el rostro un golpe seco.
- Habla de una puñetera vez maldita sea! - volvió a sacudirla con brusquedad para que entrase en razón, y la estampó contra la pared, aprisionándola; ella al instante reaccionó y le golpeo con una fuerza sobrehumana.
-¡Basta! - gritó desquiciada – Déjame en paz, aunque sea en mi puta ultima noche de vida ¿quieres? Puedes guardarte tu maldito pene, no quiero que me toques. - sus ojos emanaban puntadas lastimosas hacia Jared quien hacia un esfuerzo por no frotarse el rostro adolorido, no quería perder su agarre, la tenia donde queria - ¡¿Qué mierda quieres de mi maldita sea?!
-¡Quiero que me digas la verdad! - le gritó, ahora él era el que amenazaba con perder la razón.
- ¡No! - dijo intentando mantener la calma - ¿Qué importa el puto homicidio, que importa todo lo que pueda decir? los putos cargos y las malditas pruebas ya fueron expuestas, el sentencia a estas alturas ya debe estar decidida. Nada cambiara las cosas. ¡NADA!
Jared quedó totalmente en estupefacto al oír todo aquello.
Por primera vez Jared notó un sentimiento extraño en Elena, un sentimiento que irradiaba la expresión de su rostro. Su mirada que, según él, nunca coincidía con sus palabras y lo había llevado a preguntarse que podía ser aquello que ocultaba. Porque por más claro que hubieron resultado ser los relatos con los hechos, por mas que todo tuviese sentido y fuese convincente, faltaba un por qué, una razón.
Jared sintió que estaba a punto de conseguirlo, al notar algo extraño y nuevo en Elena.
¿Arrepentimiento? No, más que eso. Ya había experimentado lo que era en otros casos dónde el transgresor por temor y miedo a la sentencia, demostraba sincero arrepentimiento. Tarde por supuesto.
Pero Elena tenia algo distinto. No estaba arrepentida, para nada en absoluto. Pero sus ojos y sus palabras por primera vez iban acompañados. Hecho que provocó cierta inquietud y generando en él algo que jamás le había ocurrido: Conmoción.
Su mirada le estaba afectado demasiado, al punto de reprimir la necesidad de hacer algo lo más antes posible para disipar aquel sentimiento que emitía.
Dolor.
Elena estaba dolida, como quien luego de haber recibido golpes tras golpes, solo estaba en la espera del golpe final para terminar de una vez por todas la tortura crónica y el suplicio por no entender el por qué de esos golpes.
Entones la explicación que Jared tanto buscaba, esa intuición que lo había llevado a desobedecer a sus superiores, la razón que aclarase todo... estaba en ella, en esa mirada, esas palabras, en ese dolor y pesar, en ese "por qué" que Elena se cuestionaba en cada momento desde hace mucho a si misma, aun sabiendo la respuesta real, más no la realidad.
La soltó y ella cayó bruscamente al suelo derrotada. Se produjo un profundo y extenso silencio en el que ambos permanecieron absortos en sus pensamientos, en sus mundos. El corazón de ella poco a poco fue sosegándose retornando a sus leves zumbidos. Él simplemente la observaba, entre receloso y conmovido.
-Tal vez si – habló él finalmente.
- ¿Si qué? - inquirió ella casi en un susurro, sin levantar la vista.
-Puede que aun no sea demasiado tarde... - se acercó con cautela, ubicándose en cuclillas al frente suyo.
Estuvo a punto de decir algo mas pero recibió una oleada de angustia y sufrimiento al levantar su rostro, completamente consternado, para poder verla. Y por unas milésimas de segundo, en un instante, pudo ver una verdadera víctima.
-¿Elena? - inquirió confuso, sorprendido ante esa reacción y llamándola por su nombre por primera vez desde que la hubo conocido.
Ella estaba petrificada, desconcertada; se había puesto completamente tensa y sus ojos quedaron mirando al vacío, como si estuviera perdida. Había entrado a un estado de estupor, en un trance. De pronto una lágrima brotó por su rostro ceniciento. Luego sus ojos se llenaron de mas lágrimas. Su mirada  apesadumbrada y abatida, auguraba derrota, como si en ese instante hubiese recibido ese golpe final.
-¿Elena mataste a Annie? – preguntó estoico, ella asintió sin mirarlo.
-¿Por qué?
Se produjo otro silencio, y el ambiente se cargo de tensión. Cuando por fin habló lo hizo presa del pánico.
-Porque yo los desafíe – repuso gélida.
-¿A quienes desafiaste? – insistió Jared cada vez mas confuso.
Elena posó su vista en la de él, volviendo a la realidad y con una gesto completamente carente de emoción.
-A la peor escoria que puede existir en este planeta... - concluyó.



No hay comentarios:

Publicar un comentario