“Conspiración”
-Mañana se dictara tu
sentencia, todos los cargos presentados con sus correspondientes
pruebas indican que no será muy a tu favor – advirtió Jared hacia
la morena inescrupulosa que tenia al frente, quien lo observaba
completamente impasible.
-No me sorprendería. La
justicia al igual que Dios obran de manera tan misteriosa... –
comento sarcástica.
Jared suspiró, harto de
tanta prepotencia. Es que simplemente, no obstante sus años de
carrera y dedicación al estudio de la mente criminal, no podía
concebir como una persona se manejase con tanta desfachatez por la vida, aún cuando esta podría estar en peligro de condena perpetua; o si quiera
mostrase un mínimo ápice de emoción, una mínima señal de que
albergase algún tipo sentimiento o valor; que no sea más que por
medio del sarcasmo, y la jocosidad, propios de una persona, cuyo
pensamiento simplemente demostraba que poco y nada era lo que la
podía a llegar a amedrentar. Pues carecía por completo de ética.
-¿Qué ocurre santurrón?¿
Te cansaste de jugar al perro que busca donde nadie quiere ser
encontrado? - le inquirió sagaz, con su típica sonrisa ladina - ¿Qué se siente ser el “faldero” de los superiores? Menudo par de
tiranos resultaron ser las autoridades ¿eh? Puras lacras. Después
de mi no repararía inconvenientes en prestarles alguna de mis tantas
causas, aunque probablemente no las necesiten para considerarse
dignos criminales – profirió socarrona.
-Esas personas velan por la
justicia...
-Esos criminales son tan
miserables como yo, la diferencia radica en que yo no tengo doble discurso. No me escudo en la errónea idea de “darle a cada uno lo suyo”, sin antes recordar “no dañar al otro” y sobre
todo “vivir dignamente”... Soy criminal y punto. Ulpiano me pasa
por el centro de la entrepierna.
Jared inspiró profundo,
había prometido intentarlo, previo asumir la derrota. Relajó sus
músculos contraídos por los comentarios jocosos de Elena. Ante todo debía
mantener la compostura y no dejarse dominar por las artimañas de una
delincuente, hábil en su “labor” de irritar.
-Me gustaría que negociemos
algo... - le insinuó.
Ella sonrió ladina.
-El inmaculado Jared quiere
hacer negocios con la mismísima hija de satán – se burló.
-Vine a proponerte algo...
Elena se carcajeó
desvergonzada.
-No lo creo querido...
-Si aceptas te doy lo que
quieras a cambio – apuntó.
-Nada de lo que puedas
ofrecer me interesa – le contrarrestó.
-Puedes pedir lo que
quieras... droga, cigarros, alcohol... menos armas y tu libertad –
aclaró. - tu dirás.
-¿Entonces de repentes
eres el genio de la lampara mágica? - comentó jocosa, ella quería poner aprueba sus limites de tolerancia. Tal vez de ese modo encontraría un tope en esa infinita paciencia de la que tanto fanfarroneaba ese imbécil y lograr así que la dejase tranquila en su última noche como homicida legendaria.- Aunque... - se acercó con
cautela hacia él y lo inspeccionó en profundidad . - debo admitir
que una buena revolcada sobre esta mesa no vendría nada mal...
-De acuerdo – acepto él
sin más.
Elena arqueó un ceja,
claramente no esperaba tal respuesta.
-¿Estarías dispuesto a
tener sexo con una prostituta que haya estado con quien sabe cuántos
hombres en su vida, cuya sangre esta infecta de todo tipo de
estupefacientes, pero por sobre todo con una maldita homicida enferma
hasta la médula y ávida de venganza a cualquier precio? - ironizó.
Él asintió intentando
mantener la serenidad, hablar con Elena se estaba tornando complicado y
por un momento se alarmó al percatarse de lo que estaba a punto de
hacer. Esto podría llegar a producir consecuencias negativas. Estaba arriesgándose demasiado. Pero si realmente quería obtener algo de
ella, debía tomar medidas drásticas, pensó.
-Sería lo justo ¿no?
-¿Sabes que te haría de
todo...? - le insinuó ella sin tapujos.
De
pronto Jared notó como repentinamente las facciones de la homicida
se acomodaban sutil hasta arrecirse en un perfil completamente
extravagante e impropio, nunca antes visto. Una oleada de
sensaciones, provocados por la insinuación de su mirada sicalíptica,
activó aquel recóndito espacio destinado a los deseos concupiscentes. Pero rápidamente fueron reprimidos, sin permitirles
emerger lo suficiente como para alarmar; pues no debía perder de
vista el objetivo. Además detrás de aquello había descubierto algo
por donde arremeter.
-Haremos lo que quieras...
- dijo sugerente. - pero antes deberás hacer lo que te pida.
Ella sopesó un instante la
propuesta. Ambos estaban enfrentados, él trató de sosegar sus
impulso humanos, mientras la intentaba intimidar con su mirada rígida
y su cuerpo entumecido. Ella al instante se relajó, alejándose de él.
-Escupe – dijo finalmente.
- Quiero que respondas algunas preguntas. – le instó, a sabiendas de que
probablemente seria inútil, imposible de lograr.
-La ronda de
interrogatorios ya paso... - le recordó.
-Esas preguntas nada dicen
de ti, fueron una total perdida de tiempo, algo que tuve que seguir a
rajatabla por simple protocolo, yo quiero hacerte mis preguntas.
-Olvídalo – espetó.
Jared inhaló nuevamente
presionando el puente de su nariz.
-Mira... - llamó su
atención, sus facciones se habían entumecido formando un gesto
severo. - Follarte no te saldrá gratis, si quieres que te estampe
contra esta mesa y te penetre hasta el hartazgo será mejor que
cooperes preciosa. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas,
aquí estamos solos tú y yo, no hay ninguna maldita autoridad que nos
censure... así que lo vamos a hacer a mi modo. ¿lo has entendido?
-¿Me vas a violar? – le
preguntó arqueando una ceja.
-No será necesario, porque
ambos vamos a cumplir lo pactado.
Ella lo observó por un
breve instante con una expresión difícil de desentrañar.
-Ante todo me gustaría que por esta noche abandones la prepotencia y el sarcasmo, y me expliques que esta pasando en esa cabeza - le propuso él, apoyando sutil su dedo índice en la frente de Elena.
-Pides demasiado para ser un
simple detective, - respondió apartando bruscamente el dedo intromitorio de Jared.- mucho más que mi abogado que por cierto es un
idiota. Ambos pierden el tiempo – concluyó con parsimonia y una
templanza casi imposible de asimilar. Hecho que removió algo en
Jared. Una intuición podría decirse.
-Leí expedientes tuyos.- comenzó paseándose por la habitación.- Un
pasado oscuro. Raro sobre todo considerando que provienes de una
familia bien constituida, tuviste muchos amigos. Una niñez y
adolescencia bastante “tranquila”. Dime, - inquirio apoyando las palmas de sus manos en la mesa frente a Elena.- ¿qué te llevo a ese
cambio tan radical de ser?
-Incurrí
en la droga, ya se los dijo mi abogado - declaró reticente.
-Lo sé, pero eso lo dice
él, ¿tú qué dices?
-La droga, ya te lo estoy
diciendo.
-Presiento que mientes.
-Allá tú y tú jodida
intuición...
Jared se acercó a ella.
-¿Por qué alguien con una
vida tan ejemplar podría incurrir en un mundo tan oscuro y cerrado,
así como así..?
-Marihuana, ácido, cocaína,
y muchas otras porquerías con las que tal vez jamás te hubieses
imaginado... todo forma parte de una proceso. Empiezas con una y
terminas con un arma apuntando al dealer que acabas de follarte...
-No te creo...
-Pues ese es tu problema...
-¿Mal de amores?- prosiguió ignorando los comentarios de Elena. Sentía que estaba encaminado.- no lo creo, ¿Homosexualidad reprimida? está bastante claro que no ¿qué paso?
-Dime tú a que demonios
viniste ¿eh? ¿Quieres que te cuente mis experiencias sexuales, de
como me gustaba que me follen duro? ¿saber como inhalaba tiza, me
inyectaba veneno y fumaba mierda? ¿contactar con mis llegues? no
venden viagra te lo comento, ni nada que pueda contribuir a mejorar
tu disfunción eréctil. No te soy de utilidad.
-Que eres puta y una drogadicta no lo niego... - repuso con malicia. - pero tampoco ignoro que eres una vil mentirosa...
-Vete a la mierda puto.
-¿Tu mataste a Annie? - le
inquirió insistente ubicándose cerca de su rostro.
-Si – contraatacó.
-Mentira... - contradijo. -
te lo preguntaré de nuevo ¿Mataste o no a Annie?
-si – respondió con
acritud
-Mientes...
-¿Aparte de disfunción
sexual sufres de demencia senil...? – se levantó súbitamente para
enfrentarlo. - yo asesine y torturé a esa mojigata... – espetó áspera.
-Estas omitiendo algo –
insistió. Elena estaba irritándose en demasía con todo ese
cuestionario y Jared lo sabia. - ¡dímelo! - la tomó por los hombros
sacudiéndola violentamente, algo que en su profesión estaba
completamente prohibido. Pero en ese momento estaban solos.
-¡La maldita chilló como
un ternero carneado vivo... vieras como me mojé al verla suplicar! - profería
ella maniática completamente alienada, en tanto Jared la zarandeaba.
De pronto hizo algo con lo
que probablemente podría perder su trabajo. Rodeo la mesa hasta
llegar hacia ella y le apuntó en el rostro un golpe seco.
- Habla de una puñetera
vez maldita sea! - volvió a sacudirla con brusquedad para que
entrase en razón, y la estampó contra la pared, aprisionándola; ella
al instante reaccionó y le golpeo con una fuerza sobrehumana.
-¡Basta! - gritó desquiciada – Déjame en paz, aunque sea en mi puta ultima noche de vida ¿quieres? Puedes
guardarte tu maldito pene, no quiero que me toques. - sus ojos
emanaban puntadas lastimosas hacia Jared quien hacia un esfuerzo por
no frotarse el rostro adolorido, no quería perder su agarre, la tenia donde queria - ¡¿Qué
mierda quieres de mi maldita sea?!
-¡Quiero que me digas la
verdad! - le gritó, ahora él era el que amenazaba con perder la
razón.
- ¡No! - dijo intentando mantener
la calma - ¿Qué importa el puto homicidio, que importa todo lo que pueda
decir? los putos cargos y las malditas pruebas ya fueron expuestas,
el sentencia a estas alturas ya debe estar decidida. Nada cambiara
las cosas. ¡NADA!
Jared quedó totalmente en
estupefacto al oír todo aquello.
Por primera vez Jared notó
un sentimiento extraño en Elena, un sentimiento que irradiaba la
expresión de su rostro. Su mirada que, según él, nunca coincidía
con sus palabras y lo había llevado a preguntarse que podía ser
aquello que ocultaba. Porque por más claro que hubieron resultado ser
los relatos con los hechos, por mas que todo tuviese sentido y fuese
convincente, faltaba un por qué, una razón.
Jared sintió que estaba
a punto de conseguirlo, al notar algo extraño y nuevo en Elena.
¿Arrepentimiento? No, más
que eso. Ya había experimentado lo que era en otros casos dónde el
transgresor por temor y miedo a la sentencia, demostraba sincero
arrepentimiento. Tarde por supuesto.
Pero Elena tenia algo
distinto. No estaba arrepentida, para nada en absoluto. Pero sus ojos
y sus palabras por primera vez iban acompañados. Hecho que provocó
cierta inquietud y generando en él algo que jamás le había
ocurrido: Conmoción.
Su
mirada le estaba afectado demasiado, al punto de reprimir la
necesidad de hacer algo lo más antes posible para disipar aquel
sentimiento que emitía.
Dolor.
Elena estaba dolida, como
quien luego de haber recibido golpes tras golpes, solo estaba en la
espera del golpe final para terminar de una vez por todas la tortura
crónica y el suplicio por no entender el por qué de esos golpes.
Entones
la explicación que Jared tanto buscaba, esa intuición que lo había
llevado a desobedecer a sus superiores, la razón que aclarase
todo... estaba en ella, en esa mirada, esas palabras, en ese dolor y
pesar, en ese "por qué" que Elena se cuestionaba en cada momento desde
hace mucho a si misma, aun sabiendo la respuesta real, más no la
realidad.
La soltó
y ella cayó bruscamente al suelo derrotada. Se produjo un profundo y
extenso silencio en el que ambos permanecieron absortos en sus
pensamientos, en sus mundos. El corazón de ella poco a poco fue
sosegándose retornando a sus leves zumbidos. Él simplemente la
observaba, entre receloso y conmovido.
-Tal vez si – habló él
finalmente.
- ¿Si qué? - inquirió
ella casi en un susurro, sin levantar la vista.
-Puede que aun no sea
demasiado tarde... - se acercó con cautela, ubicándose en cuclillas
al frente suyo.
Estuvo a punto de decir
algo mas pero recibió una oleada de angustia y sufrimiento al
levantar su rostro, completamente consternado, para poder verla. Y
por unas milésimas de segundo, en un instante, pudo ver una
verdadera víctima.
-¿Elena? - inquirió
confuso, sorprendido ante esa reacción y llamándola por su nombre
por primera vez desde que la hubo conocido.
Ella estaba petrificada, desconcertada; se había puesto completamente tensa y sus ojos quedaron mirando al vacío,
como si estuviera perdida. Había entrado a un estado de estupor, en
un trance. De pronto una lágrima brotó por su rostro ceniciento.
Luego sus ojos se llenaron de mas lágrimas. Su mirada apesadumbrada y abatida, auguraba derrota, como si en ese instante hubiese recibido ese golpe
final.
-¿Elena mataste a Annie? –
preguntó estoico, ella asintió sin mirarlo.
-¿Por qué?
Se produjo otro silencio, y
el ambiente se cargo de tensión. Cuando por fin habló lo hizo presa
del pánico.
-Porque yo los desafíe –
repuso gélida.
-¿A quienes desafiaste? –
insistió Jared cada vez mas confuso.
Elena posó su vista en la
de él, volviendo a la realidad y con una gesto completamente carente
de emoción.
-A la peor escoria que
puede existir en este planeta... - concluyó.