"Aperitivos"
-Si
amor, ahí estaré – respondió Jensen a la voz al otro lado
del teléfono – ¡auch! - profirió un leve gemido, cuando la chica
pelirroja que en esos momentos se encontraba entre sus piernas,
dispuesta a jugar, le mordió la cara interna de su muslo. Él le
hizo en respuesta una señal de reproche, que produjo un efecto
inverso en la joven, quien redobló la apuesta.
-¿Qué
fue eso? –
curioseó la voz del teléfono.
-Nada
amor, es solo que me golpee con la punta de la cama – se excusó.
Gesticuló en dirección a la juguetona chica claramente un
“traviesa” y sonrió abiertamente enseñando su perfecta y
reluciente dentadura, sonrisa que ya tenía ensaya y sabía que hacía
temblar a cualquier persona perteneciente al sexo femenino.
Por
un momento se perdió la conversación, cuando se percató que la
chica se acercaba peligrosamente a su miembro, en ese momento
cubierto solo con su bóxer.
-¿Jen…?
-Si…
perdón, ¿qué dijiste bebe? No te escuche – repuso cariñoso.
¡Demonios!
Se
estaba excitando, en cuestión de milésimas perdería la cordura,
por ende debía cortar la conversación cuanto antes, para evitar
problemas. La pelirroja le saco el bóxer con habilidad.
Esta
chica estará en el horno, pensó.
-Te
deseo Jen… -
al otro lado la voz.
Una
imagen de la pelirroja siendo embestida por él, se cruzó por su
mente.
-Yo
también… - respondió instintivamente con voz ronca. Una verdad a
medias, caviló.
Una
descarga eléctrica fue a parar directo a la punta de su miembro,
cuando las manos de la colorada lo aprisionaban con firmeza y sintió
el contacto de sus carnosos y húmedos labios en él.
-Soy
toda tuya –
catastróficamente ambas mujeres hicieron el mismo comentario.
Otra
imagen de ambas mujeres desnudas besándose lo puso a mil, entonces
supo que ya estaba ingresando en un trance, dónde su cordura se
tomaba un descanso muy largo y no podía pensar con claridad.
-Te
quiero –
concluyó la voz.
-Yo…
- ¡uff! Garganta profunda… esta chica sí que sabía – lo siento
amor debo cortar, nos vemos esta noche, adiós – y cortó el
teléfono. Lo dejó a un costado en su mesita de noche y centró su
atención en su compañía de turno, que en estos momentos se
apropiaba de su fiel compañero de placeres sin tregua. No sabía su
nombre, su edad, ni nada de ella; ni siquiera cómo había llegado a
sus aposentos. Pero allí estaba proporcionándole una
impecable Felatio
in ore.
Esta al percatarse de que estaba siendo observada se detuvo.
-¿Quién
era? – curioseó de pronto.
-Mi
novia – respondió Jensen indiferente.
-No
sabía que tenias novia – comentó intentando sonar casual.
Todo
ese repertorio ya lo tenía suficientemente claro. Pues no era la
primera vez que pasaba, y tampoco sería la última. Sabía cómo
comportarse cuando su novia interrumpía sus encuentros sexuales,
desde luego sin saber que lo hacía. Si bien en una que otra
oportunidad estuvo al borde de ser atrapado in
fraganti,
nunca pasó a mayores gracias a su destreza para zafar de múltiples
situaciones comprometedoras y la habilidad para mentir como ninguno,
sumado a su encanto y pericia para manipular a las personas; todo sin
mucho esfuerzo.
-Pues…
si, la tengo – concluyó contundente.
Ese
era su gran punto a favor. Las mujeres en su máxima expresión. Se
consideraba un lector, un sociólogo, un “femenólogo” nato;
sabía comprender a las mujeres y entendía casi a la perfección la
psicología femenina. Podría decirse que si bien desconocía
completamente a esta chica; estaba seguro que, si sus cálculos no
fallaban, el anterior comentario la habría puesto alerta. Y con los
debidos recaudos y movimientos obtendría lo que querría.
-¿Cómo
te llamas? – le preguntó sugerente. Sabía que era de brutos tener
relaciones con alguien sin siquiera preguntar su nombre,
independientemente de que luego no lo recordase, era por simple
cortesía.
-
Sarah… - comentó algo contrariada.
-
Bueno Sarah – continuó intentando flaquearla – no es que sepas
muchas cosas sobre mi ¿no? – soltó con humor. Ella lo observaba
con una expresión múltiple. Podía decirse que expresaba decepción,
intriga, un poco de celos y por ultimo ¡touchè!, deseo. Mucho más
que el de hace unos minutos. Y no cualquier deseo, este era como en
respuesta a un reto implícito. Al parecer Sarah era de esas que
resultaban ser determinadas, algo obsesivas y competitivas; pero que
a pesar de todo era sumamente insegura en otros aspectos.
Ese
había sido su veredicto.
De
modo que decidió, por el bienestar emocional de la joven, no dar más
vueltas y rodeos sobre el asunto. Nunca estaba en sus planes herir
los sentimientos de nadie; y menos los de una mujer, más si esta no
entraba en juego con la suficiente protección y herramientas que
demandaba el estar con una persona tan inestable como él. Pero por
sobre todo porque sabía de primera mano lo vengativas y rencorosas
que podían llegar a ser.
-Mmm…
- notó un pequeño atisbo de vacilación. Señal de que era momento
de entrar en acción concretamente.
Sin
desaprovechar el hecho de que ella estaba observando su abdomen,
espetó:
-Sí,
es plano y firme… - la fulminó con la mirada – pero tú tienes
unos ojos de infarto, y si seguías mirándome de ese modo tan
insinuante mientras hablaba con mi novia, juro que terminaba
por exprimir mi celular… - terminó su poco elaborado discurso de
momento con total desfachatez. Una sonrisa adorno el rostro de la
pelirroja, y él no pudo más que sonreír como un lobo que acababa
de acorralar a su presa, pues su objetivo ya había sido logrado.
Ahora
si atacaría sin preámbulos, ni anestesias. Era momento de hacer
real su imaginación, pervertida por las anteriores imágenes. Se
acercó al rostro de Sarah, inhaló su aroma y la besó con fiereza,
esta le correspondió al instante con la misma intensidad y segundos
después se hundieron en un mar de lujuria.
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