martes, noviembre 26, 2013

"Aperitivos"



"Aperitivos"



-Si  amor, ahí  estaré – respondió Jensen a la voz al otro lado del teléfono – ¡auch! - profirió un leve gemido, cuando la chica pelirroja que en esos momentos se encontraba entre sus piernas, dispuesta a jugar, le mordió la cara interna de su muslo. Él le hizo en respuesta una señal de reproche, que produjo un efecto inverso en la joven, quien redobló la apuesta.
-¿Qué fue eso? – curioseó la voz del teléfono.
-Nada amor, es solo que me golpee con la punta de la cama – se excusó. Gesticuló en dirección a la juguetona chica claramente un “traviesa” y sonrió abiertamente enseñando su perfecta y reluciente dentadura, sonrisa que ya tenía ensaya y sabía que hacía temblar a cualquier persona perteneciente al sexo femenino.
Por un momento se perdió la conversación, cuando se percató que la chica se acercaba peligrosamente a su miembro, en ese momento cubierto solo con su bóxer.
-¿Jen…?
-Si… perdón, ¿qué dijiste bebe? No te escuche – repuso cariñoso.
¡Demonios!
Se estaba excitando, en cuestión de milésimas perdería la cordura, por ende debía cortar la conversación cuanto antes, para evitar problemas. La pelirroja le saco el bóxer con habilidad.
Esta chica estará en el horno, pensó.
-Te deseo Jen… - al otro lado la voz.
Una imagen de la pelirroja siendo embestida por él, se cruzó por su mente.
-Yo también… - respondió instintivamente con voz ronca. Una verdad a medias, caviló.
Una descarga eléctrica fue a parar directo a la punta de su miembro, cuando las manos de la colorada lo aprisionaban con firmeza y sintió el contacto de sus carnosos y húmedos labios en él.
-Soy toda tuya – catastróficamente ambas mujeres hicieron el mismo comentario.
Otra imagen de ambas mujeres desnudas besándose lo puso a mil, entonces supo que ya estaba ingresando en un trance, dónde su cordura se tomaba un descanso muy largo y no podía pensar con claridad.
-Te quiero – concluyó la voz.
-Yo… - ¡uff! Garganta profunda… esta chica sí que sabía – lo siento amor debo cortar, nos vemos esta noche, adiós – y cortó el teléfono. Lo dejó a un costado en su mesita de noche y centró su atención en su compañía de turno, que en estos momentos se apropiaba de su fiel compañero de placeres sin tregua. No sabía su nombre, su edad, ni nada de ella; ni siquiera cómo había llegado a sus aposentos. Pero allí estaba proporcionándole una impecable Felatio in ore. Esta al percatarse de que estaba siendo observada se detuvo.
-¿Quién era? – curioseó de pronto.
-Mi novia – respondió Jensen indiferente.
-No sabía que tenias novia – comentó intentando sonar casual.
Todo ese repertorio ya lo tenía suficientemente claro. Pues no era la primera vez que pasaba, y tampoco sería la última. Sabía cómo comportarse cuando su novia interrumpía sus encuentros sexuales, desde luego sin saber que lo hacía. Si bien en una que otra oportunidad estuvo al borde de ser atrapado in fraganti, nunca pasó a mayores gracias a su destreza para zafar de múltiples situaciones comprometedoras y la habilidad para mentir como ninguno, sumado a su encanto y pericia para manipular a las personas; todo sin mucho esfuerzo.
-Pues… si, la tengo – concluyó contundente.
Ese era su gran punto a favor. Las mujeres en su máxima expresión. Se consideraba un lector, un sociólogo, un “femenólogo” nato; sabía comprender a las mujeres y entendía casi a la perfección la psicología femenina. Podría decirse que si bien desconocía completamente a esta chica; estaba seguro que, si sus cálculos no fallaban, el anterior comentario la habría puesto alerta. Y con los debidos recaudos y movimientos obtendría lo que querría.
-¿Cómo te llamas? – le preguntó sugerente. Sabía que era de brutos tener relaciones con alguien sin siquiera preguntar su nombre, independientemente de que luego no lo recordase, era por simple cortesía.
- Sarah… - comentó algo contrariada.
- Bueno Sarah – continuó intentando flaquearla – no es que sepas muchas cosas sobre mi ¿no? – soltó con humor. Ella lo observaba con una expresión múltiple. Podía decirse que expresaba decepción, intriga, un poco de celos y por ultimo ¡touchè!, deseo. Mucho más que el de hace unos minutos. Y no cualquier deseo, este era como en respuesta a un reto implícito. Al parecer Sarah era de esas que resultaban ser determinadas, algo obsesivas y competitivas; pero que a pesar de todo era sumamente insegura en otros aspectos.
Ese había sido su veredicto.
De modo que decidió, por el bienestar emocional de la joven, no dar más vueltas y rodeos sobre el asunto. Nunca estaba en sus planes herir los sentimientos de nadie; y menos los de una mujer, más si esta no entraba en juego con la suficiente protección y herramientas que demandaba el estar con una persona tan inestable como él. Pero por sobre todo porque sabía de primera mano lo vengativas y rencorosas que podían llegar a ser.
-Mmm… - notó un pequeño atisbo de vacilación. Señal de que era momento de entrar en acción concretamente.
Sin desaprovechar el hecho de que ella estaba observando su abdomen, espetó:
-Sí, es plano y firme… - la fulminó con la mirada – pero tú tienes unos ojos de infarto, y si seguías mirándome de ese modo tan insinuante  mientras hablaba con mi novia, juro que terminaba por exprimir mi celular… - terminó su poco elaborado discurso de momento con total desfachatez. Una sonrisa adorno el rostro de la pelirroja, y él no pudo más que sonreír como un lobo que acababa de acorralar a su presa, pues su objetivo ya había sido logrado.

Ahora si atacaría sin preámbulos, ni anestesias. Era momento de hacer real su imaginación, pervertida por las anteriores imágenes. Se acercó al rostro de Sarah, inhaló su aroma y la besó con fiereza, esta le correspondió al instante con la misma intensidad y segundos después se hundieron en un mar de lujuria.



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