PRIMERA PARTE: “Antes”
~3~
"Algo oscuro"
Catalina
había imaginado de miles y miles de formas cuan maravilloso podría
ser un baile. Como debía de ser sentirse iluminada por la luz de las
miradas al pasar, al bailar, al sonreír cortésmente. Lucir un
hermoso vestido. La gloria de ser reconocida y aceptada socialmente.
Que la gente la reconozca y diga su nombre con orgullo. Que un
príncipe acuda deseoso de que se le conceda una pieza. Solo una
pieza...
Desplomada
en el suelo, ahogada por un mar de árboles a su alrededor, se
subsumió en un profundo sueño, donde los bailes eran un encanto;
donde la promesa de un destino de felicidad se encontraba latente
detrás de cada fragmento de la decoración, de cada nota musical, de
cada mascara, de cada traje, de cada sonrisa.
La
realidad se mostraba totalmente distinta. El peso de aquella vida que
no había podido siquiera ver a los ojos y darle un último adiós al
mundo terrenal, ahora estaba constreñida en esa ínfima pieza que su
mano fuertemente aferraba.
A
estas alturas se sentía un estropajo desechable, su peluca se había
enmarañado, parte del cabello estaba escapando, dejando entrever
finas mechas castaño claro, resolvió deshacerse de ella; su rostro
estaba todo sudado por la agitación, de modo que decidió sacarme el
maquillaje también, con la entretela del costoso vestido, para
conservar únicamente la máscara. Mañana la abuela criticaría a
sus anchas como su vestido se hubo mancha de maquillaje y de sangre.
Pero no si antes lo quemaba, para borrar por siempre el recuerdo y
quitarle toda posibilidad de futura humillación. Se levantó,
saliendo de su ensimismamiento y cuando se dispuse a caminar el taco
del zapato izquierdo se quebró, provocando que tambalee y, que de no
ser por el poco equilibrio y fuerza que poseía, tal vez habría
caído bruscamente en el suelo.
-¡malditos
zapatos! – maldijo, quitandoselos hasta quedar descalza – mañana
también los voy a quemar, y arderán tanto como mi vestido… -
sentenció desquiciada.
-no
si ellos van por usted primero.
Una
voz provenientes de los árboles la sobresaltó, y el poco equilibrio
que había logrado se esfumó. Cayó de rodillas al suelo, apoyando
sus manos antes. Una discreta risa y una figura se desprendió de las
penumbras para dar paso a un joven, que observaba sonriente su
reciente espectáculo.
-cuanto
lo lamento, no tuve intenciones de asustarla – se disculpó,
acercándose de inmediato para poder ayudarla a que se levantase.
Catalina
no pudo reprimir la bronca, a causa del susto.
-¡demonios!
-profirió fuera de sí. - ¡¿No sabes que espiar a las personas
está mal?!
El
joven la miró consternado, pero seguía manteniendo la sonrisa
burlona.
-De
nuevo, lo lamento, ¿se encuentra bien? – preguntó cortésmente,
mientras ella acomodaba su vestido y cabello.
-
Sí, gracias – respondió áspera.
-Pero
tienes… - replicó alarmado al observar la mano que tenía la llave
- te hiciste daño... – se arrimó para tocarle la mano que tenía
con sangre, impulsivamente como un reflejo Catalina la escondió
detrás.
-Estoy
bien – se alejó rápidamente.
Ante
esa extraña actitud, el joven se quedó paralizado. Bajó la mano
que le había quedado suspendida en el aire, y la observó con ojos
expectantes y recelosos. De arriba hacia abajo. De abajo hacia
arriba. Catalina agradeció llevar la máscara en esos momentos. Él
también llevaba una, solo que era más elaborada y tenía piedras en
los bordes. Su cabello era de un negro tinto, su piel nívea
contrastaba con la vasta oscuridad y su traje azul. Podía jurar que
tenía ojos claros, pero sin mucha convicción. Era alto y esbelto.
-Tal
parece que alguien está un poco susceptible esta noche… - comentó
irónico. Luego de semejante inspección.
-Tal
parece que alguien no encontró mejor diversión que importunarme –
por fin había terminado de arreglar el cachivache de ropa que tenía
y su cabello.
-¿le
cuento algo? - no esperó respuesta - He tenido compañeros de
batalla tan feroces que dan miedo, pero usted puede que le gane en
carácter – repuso sarcástico, con un deje de frialdad – que
tenga usted buenas noches - Acto seguido se retiró dirigiéndose a
la mansión.
Magnífico,
más descortés no podía haber sido, pensó Catalina. Pero qué
importaba ser amable cuando no se sentía con ánimos de serlo.
Además no sabía quién era, probablemente nunca más lo volvería a
ver. Se olvidaría de ella. Ahora tenía otro asunto que solucionar.
Se dirigió a la mansión un tanto abatida, pero más tranquila, para
pedirle a su madre que volviesen a casa. No podía estar ni un
segundo más en ese lugar.
-¿Que
ocurre Catalina? – Inquirió Elena minutos más tarde cuando por
fin se pudieron encontrar – ¿dónde has estado? te estuve buscando
– preguntó mientras evaluaba el aspecto de su hija, quien se hubo
cerciorado de arreglarse antes.
-Nada
madre, me fui a conocer los jardines, pero ahora me siento cansada
solamente – sonrió para no levantar sospecha. Por suerte para ese
momento la fiesta estaba concluyendo y muchos invitados estaban
partiendo. De modo que no hubo más cuestionarios al respecto y se marcharon.
Catalina
suspiró con pesar. Todo parecía formar parte de una imagen onírica.
Se
había derrumbado hasta el mínimo vestigio de esperanza de que su
noche fuese perfecta. Porque,
aunque todos aquellos invitados consecuentes, considerados y cortes
ignoren lo que hubo presenciado, el secreto de la verdad lo llevaba y
lo llevaría arremetido en aquella pequeña pieza. Y en su espíritu.
Un
hombre fue asesinado en pleno festín, en el mayor clima de festejo,
y nadie lo sabía…
Se
paseaba por su mente.
Pero
pronto lo sabrían, y cuando eso ocurriera, ¿qué pasaría con ella?
Instintivamente apretó la llave de su mano como si se la estuviesen
por arrebatar y le fuese la vida en ella. Este era un secreto; intuía
que así lo fuera, de lo contrario ¿porque un hombre se tomaría los
últimos momentos de su agonía en dársela a un extraño?
probablemente porque no quería que sus más cercanos lo supieran,
esta llave puede que oculte algo que no debía ser conocido.
De
ser así, Catalina no podía ignorar la idea de que, a partir de este
momento,
algo
oscuro cargaba en ella.
"Dancing in the Dark" |
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