viernes, noviembre 29, 2013

"Algo oscuro"


PRIMERA PARTE: “Antes


~3~
"Algo oscuro"


    Catalina había imaginado de miles y miles de formas cuan maravilloso podría ser un baile. Como debía de ser sentirse iluminada por la luz de las miradas al pasar, al bailar, al sonreír cortésmente. Lucir un hermoso vestido. La gloria de ser reconocida y aceptada socialmente. Que la gente la reconozca y diga su nombre con orgullo. Que un príncipe acuda deseoso de que se le conceda una pieza. Solo una pieza...
    Desplomada en el suelo, ahogada por un mar de árboles a su alrededor, se subsumió en un profundo sueño, donde los bailes eran un encanto; donde la promesa de un destino de felicidad se encontraba latente detrás de cada fragmento de la decoración, de cada nota musical, de cada mascara, de cada traje, de cada sonrisa.
La realidad se mostraba totalmente distinta. El peso de aquella vida que no había podido siquiera ver a los ojos y darle un último adiós al mundo terrenal, ahora estaba constreñida en esa ínfima pieza que su mano fuertemente aferraba.
    A estas alturas se sentía un estropajo desechable, su peluca se había enmarañado, parte del cabello estaba escapando, dejando entrever finas mechas castaño claro, resolvió deshacerse de ella; su rostro estaba todo sudado por la agitación, de modo que decidió sacarme el maquillaje también, con la entretela del costoso vestido, para conservar únicamente la máscara. Mañana la abuela criticaría a sus anchas como su vestido se hubo mancha de maquillaje y de sangre. Pero no si antes lo quemaba, para borrar por siempre el recuerdo y quitarle toda posibilidad de futura humillación. Se levantó, saliendo de su ensimismamiento y cuando se dispuse a caminar el taco del zapato izquierdo se quebró, provocando que tambalee y, que de no ser por el poco equilibrio y fuerza que poseía, tal vez habría caído bruscamente en el suelo.
    -¡malditos zapatos! – maldijo, quitandoselos hasta quedar descalza – mañana también los voy a quemar, y arderán tanto como mi vestido… - sentenció desquiciada.
    -no si ellos van por usted primero.
    Una voz provenientes de los árboles la sobresaltó, y el poco equilibrio que había logrado se esfumó. Cayó de rodillas al suelo, apoyando sus manos antes. Una discreta risa y una figura se desprendió de las penumbras para dar paso a un joven, que observaba sonriente su reciente espectáculo.
    -cuanto lo lamento, no tuve intenciones de asustarla – se disculpó, acercándose de inmediato para poder ayudarla a que se levantase.
    Catalina no pudo reprimir la bronca, a causa del susto.
    -¡demonios! -profirió fuera de sí. - ¡¿No sabes que espiar a las personas está mal?!
    El joven la miró consternado, pero seguía manteniendo la sonrisa burlona.
    -De nuevo, lo lamento, ¿se encuentra bien? – preguntó cortésmente, mientras ella acomodaba su vestido y cabello.
    - Sí, gracias – respondió áspera.
    -Pero tienes… - replicó alarmado al observar la mano que tenía la llave - te hiciste daño... – se arrimó para tocarle la mano que tenía con sangre, impulsivamente como un reflejo Catalina la escondió detrás.
    -Estoy bien – se alejó rápidamente.
    Ante esa extraña actitud, el joven se quedó paralizado. Bajó la mano que le había quedado suspendida en el aire, y la observó con ojos expectantes y recelosos. De arriba hacia abajo. De abajo hacia arriba. Catalina agradeció llevar la máscara en esos momentos. Él también llevaba una, solo que era más elaborada y tenía piedras en los bordes. Su cabello era de un negro tinto, su piel nívea contrastaba con la vasta oscuridad y su traje azul. Podía jurar que tenía ojos claros, pero sin mucha convicción. Era alto y esbelto.
    -Tal parece que alguien está un poco susceptible esta noche… - comentó irónico. Luego de semejante inspección.
    -Tal parece que alguien no encontró mejor diversión que importunarme – por fin había terminado de arreglar el cachivache de ropa que tenía y su cabello.
    -¿le cuento algo? - no esperó respuesta - He tenido compañeros de batalla tan feroces que dan miedo, pero usted puede que le gane en carácter – repuso sarcástico, con un deje de frialdad – que tenga usted buenas noches - Acto seguido se retiró dirigiéndose a la mansión.
    Magnífico, más descortés no podía haber sido, pensó Catalina. Pero qué importaba ser amable cuando no se sentía con ánimos de serlo. Además no sabía quién era, probablemente nunca más lo volvería a ver. Se olvidaría de ella. Ahora tenía otro asunto que solucionar. Se dirigió a la mansión un tanto abatida, pero más tranquila, para pedirle a su madre que volviesen a casa. No podía estar ni un segundo más en ese lugar.
    -¿Que ocurre Catalina? – Inquirió Elena minutos más tarde cuando por fin se pudieron encontrar – ¿dónde has estado? te estuve buscando – preguntó mientras evaluaba el aspecto de su hija, quien se hubo cerciorado de arreglarse antes.
    -Nada madre, me fui a conocer los jardines, pero ahora me siento cansada solamente – sonrió para no levantar sospecha. Por suerte para ese momento la fiesta estaba concluyendo y muchos invitados estaban partiendo. De modo que no hubo más cuestionarios al respecto y se marcharon.
    Catalina suspiró con pesar. Todo parecía formar parte de una imagen onírica.
    Se había derrumbado hasta el mínimo vestigio de esperanza de que su noche fuese perfecta. Porque, aunque todos aquellos invitados consecuentes, considerados y cortes ignoren lo que hubo presenciado, el secreto de la verdad lo llevaba y lo llevaría arremetido en aquella pequeña pieza. Y en su espíritu.
    Un hombre fue asesinado en pleno festín, en el mayor clima de festejo, y nadie lo sabía…
    Se paseaba por su mente.
    Pero pronto lo sabrían, y cuando eso ocurriera, ¿qué pasaría con ella? Instintivamente apretó la llave de su mano como si se la estuviesen por arrebatar y le fuese la vida en ella. Este era un secreto; intuía que así lo fuera, de lo contrario ¿porque un hombre se tomaría los últimos momentos de su agonía en dársela a un extraño? probablemente porque no quería que sus más cercanos lo supieran, esta llave puede que oculte algo que no debía ser conocido. De ser así, Catalina no podía ignorar la idea de que, a partir de este momento, algo oscuro cargaba en ella.

"Dancing in the Dark"


















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