sábado, noviembre 30, 2013

“Conspiración”




Conspiración”



          -Mañana se dictara tu sentencia, todos los cargos presentados con sus correspondientes pruebas indican que no será muy a tu favor – advirtió Jared hacia la morena inescrupulosa que tenia al frente, quien lo observaba completamente impasible.
-No me sorprendería. La justicia al igual que Dios obran de manera tan misteriosa... – comento sarcástica.
Jared suspiró, harto de tanta prepotencia. Es que simplemente, no obstante sus años de carrera y dedicación al estudio de la mente criminal, no podía concebir como una persona se manejase con tanta desfachatez por la vida, aún cuando esta podría estar en peligro de condena perpetua; o si quiera mostrase un mínimo ápice de emoción, una mínima señal de que albergase algún tipo sentimiento o valor; que no sea más que por medio del sarcasmo, y la jocosidad, propios de una persona, cuyo pensamiento simplemente demostraba que poco y nada era lo que la podía a llegar a amedrentar. Pues carecía por completo de ética.
-¿Qué ocurre santurrón?¿ Te cansaste de jugar al perro que busca donde nadie quiere ser encontrado? - le inquirió sagaz, con su típica sonrisa ladina - ¿Qué se siente ser el “faldero” de los superiores? Menudo par de tiranos resultaron ser las autoridades ¿eh? Puras lacras. Después de mi no repararía inconvenientes en prestarles alguna de mis tantas causas, aunque probablemente no las necesiten para considerarse dignos criminales – profirió socarrona.
-Esas personas velan por la justicia...
-Esos criminales son tan miserables como yo, la diferencia radica en que yo no tengo doble discurso. No me escudo en la errónea idea de “darle a cada uno lo suyo”, sin antes recordar “no dañar al otro” y sobre todo “vivir dignamente”... Soy criminal y punto. Ulpiano me pasa por el centro de la entrepierna.
Jared inspiró profundo, había prometido intentarlo, previo asumir la derrota. Relajó sus músculos contraídos por los comentarios jocosos de Elena. Ante todo debía mantener la compostura y no dejarse dominar por las artimañas de una delincuente, hábil en su “labor” de irritar.
-Me gustaría que negociemos algo... - le insinuó.
Ella sonrió ladina.
-El inmaculado Jared quiere hacer negocios con la mismísima hija de satán – se burló.
-Vine a proponerte algo...
Elena se carcajeó desvergonzada.
-No lo creo querido...
-Si aceptas te doy lo que quieras a cambio – apuntó.
-Nada de lo que puedas ofrecer me interesa – le contrarrestó.
-Puedes pedir lo que quieras... droga, cigarros, alcohol... menos armas y tu libertad – aclaró. - tu dirás.
-¿Entonces de repentes eres el genio de la lampara mágica? - comentó jocosa, ella quería poner aprueba sus limites de tolerancia. Tal vez de ese modo encontraría un tope en esa infinita paciencia de la que tanto fanfarroneaba ese imbécil y lograr así que la dejase tranquila en su última noche como homicida legendaria.- Aunque... - se acercó con cautela hacia él y lo inspeccionó en profundidad . - debo admitir que una buena revolcada sobre esta mesa no vendría nada mal... 
-De acuerdo – acepto él sin más.
Elena arqueó un ceja, claramente no esperaba tal respuesta.
-¿Estarías dispuesto a tener sexo con una prostituta que haya estado con quien sabe cuántos hombres en su vida, cuya sangre esta infecta de todo tipo de estupefacientes, pero por sobre todo con una maldita homicida enferma hasta la médula y ávida de venganza a cualquier precio? - ironizó.
Él asintió intentando mantener la serenidad, hablar con Elena se estaba tornando complicado y por un momento se alarmó al percatarse de lo que estaba a punto de hacer. Esto podría llegar a producir consecuencias negativas. Estaba arriesgándose demasiado. Pero si realmente quería obtener algo de ella, debía tomar medidas drásticas, pensó.
-Sería lo justo ¿no?
-¿Sabes que te haría de todo...? - le insinuó ella sin tapujos.
De pronto Jared notó como repentinamente las facciones de la homicida se acomodaban sutil hasta arrecirse en un perfil completamente extravagante e impropio, nunca antes visto. Una oleada de sensaciones, provocados por la insinuación de su mirada sicalíptica, activó aquel recóndito espacio destinado a los deseos concupiscentes. Pero rápidamente fueron reprimidos, sin permitirles emerger lo suficiente como para alarmar; pues no debía perder de vista el objetivo. Además detrás de aquello había descubierto algo por donde arremeter.
-Haremos lo que quieras... - dijo sugerente. - pero antes deberás hacer lo que te pida.
Ella sopesó un instante la propuesta. Ambos estaban enfrentados, él trató de sosegar sus impulso humanos, mientras la intentaba intimidar con su mirada rígida y su cuerpo entumecido. Ella al instante se relajó, alejándose de él.
-Escupe – dijo finalmente.
- Quiero que respondas algunas preguntas. – le instó, a sabiendas de que probablemente seria inútil, imposible de lograr. 
-La ronda de interrogatorios ya paso... - le recordó.
-Esas preguntas nada dicen de ti, fueron una total perdida de tiempo, algo que tuve que seguir a rajatabla por simple protocolo, yo quiero hacerte mis preguntas.
-Olvídalo – espetó.
Jared inhaló nuevamente presionando el puente de su nariz.
-Mira... - llamó su atención, sus facciones se habían entumecido formando un gesto severo. - Follarte no te saldrá gratis, si quieres que te estampe contra esta mesa y te penetre hasta el hartazgo será mejor que cooperes preciosa. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas, aquí estamos solos tú y yo, no hay ninguna maldita autoridad que nos censure... así que lo vamos a hacer a mi modo. ¿lo has entendido?
-¿Me vas a violar? – le preguntó arqueando una ceja.
-No será necesario, porque ambos vamos a cumplir lo pactado.
Ella lo observó por un breve instante con una expresión difícil de desentrañar.

-Ante todo me gustaría que por esta noche abandones la prepotencia y el sarcasmo, y me expliques que esta pasando en esa cabeza - le propuso él, apoyando sutil su dedo índice en la frente de Elena.
-Pides demasiado para ser un simple detective, - respondió apartando bruscamente el dedo intromitorio de Jared.- mucho más que mi abogado que por cierto es un idiota. Ambos pierden el tiempo – concluyó con parsimonia y una templanza casi imposible de asimilar. Hecho que removió algo en Jared. Una intuición podría decirse.
-Leí expedientes tuyos.- comenzó paseándose por la habitación.- Un pasado oscuro. Raro sobre todo considerando que provienes de una familia bien constituida, tuviste muchos amigos. Una niñez y adolescencia bastante “tranquila”. Dime, - inquirio apoyando las palmas de sus manos en la mesa frente a Elena.- ¿qué te llevo a ese cambio tan radical de ser?
-Incurrí en la droga, ya se los dijo mi abogado - declaró reticente.
-Lo sé, pero eso lo dice él, ¿tú qué dices?
-La droga, ya te lo estoy diciendo.
-Presiento que mientes.
-Allá tú y tú jodida intuición...
Jared se acercó a ella.
-¿Por qué alguien con una vida tan ejemplar podría incurrir en un mundo tan oscuro y cerrado, así como así..?
-Marihuana, ácido, cocaína, y muchas otras porquerías con las que tal vez jamás te hubieses imaginado... todo forma parte de una proceso. Empiezas con una y terminas con un arma apuntando al dealer que acabas de follarte...
-No te creo... 
-Pues ese es tu problema...
-¿Mal de amores?- prosiguió ignorando los comentarios de Elena. Sentía que estaba encaminado.- no lo creo, ¿Homosexualidad reprimida? está bastante claro que no ¿qué paso?
-Dime tú a que demonios viniste ¿eh? ¿Quieres que te cuente mis experiencias sexuales, de como me gustaba que me follen duro? ¿saber como inhalaba tiza, me inyectaba veneno y fumaba mierda? ¿contactar con mis llegues? no venden viagra te lo comento, ni nada que pueda contribuir a mejorar tu disfunción eréctil. No te soy de utilidad.
-Que eres puta y una drogadicta no lo niego...  - repuso con malicia. - pero tampoco ignoro que eres una vil mentirosa...
-Vete a la mierda puto.
-¿Tu mataste a Annie? - le inquirió insistente ubicándose cerca de su rostro.
-Si – contraatacó.
-Mentira... - contradijo. - te lo preguntaré de nuevo ¿Mataste o no a Annie?
-si – respondió con acritud
-Mientes...
-¿Aparte de disfunción sexual sufres de demencia senil...? – se levantó súbitamente para enfrentarlo. - yo asesine y torturé a esa mojigata... – espetó áspera.
-Estas omitiendo algo – insistió. Elena estaba irritándose en demasía con todo ese cuestionario y Jared lo sabia. - ¡dímelo! - la tomó por los hombros sacudiéndola violentamente, algo que en su profesión estaba completamente prohibido. Pero en ese momento estaban solos.
-¡La maldita chilló como un ternero carneado vivo... vieras como me mojé al verla suplicar! - profería ella maniática completamente alienada, en tanto Jared la zarandeaba.
De pronto hizo algo con lo que probablemente podría perder su trabajo. Rodeo la mesa hasta llegar hacia ella y le apuntó en el rostro un golpe seco.
- Habla de una puñetera vez maldita sea! - volvió a sacudirla con brusquedad para que entrase en razón, y la estampó contra la pared, aprisionándola; ella al instante reaccionó y le golpeo con una fuerza sobrehumana.
-¡Basta! - gritó desquiciada – Déjame en paz, aunque sea en mi puta ultima noche de vida ¿quieres? Puedes guardarte tu maldito pene, no quiero que me toques. - sus ojos emanaban puntadas lastimosas hacia Jared quien hacia un esfuerzo por no frotarse el rostro adolorido, no quería perder su agarre, la tenia donde queria - ¡¿Qué mierda quieres de mi maldita sea?!
-¡Quiero que me digas la verdad! - le gritó, ahora él era el que amenazaba con perder la razón.
- ¡No! - dijo intentando mantener la calma - ¿Qué importa el puto homicidio, que importa todo lo que pueda decir? los putos cargos y las malditas pruebas ya fueron expuestas, el sentencia a estas alturas ya debe estar decidida. Nada cambiara las cosas. ¡NADA!
Jared quedó totalmente en estupefacto al oír todo aquello.
Por primera vez Jared notó un sentimiento extraño en Elena, un sentimiento que irradiaba la expresión de su rostro. Su mirada que, según él, nunca coincidía con sus palabras y lo había llevado a preguntarse que podía ser aquello que ocultaba. Porque por más claro que hubieron resultado ser los relatos con los hechos, por mas que todo tuviese sentido y fuese convincente, faltaba un por qué, una razón.
Jared sintió que estaba a punto de conseguirlo, al notar algo extraño y nuevo en Elena.
¿Arrepentimiento? No, más que eso. Ya había experimentado lo que era en otros casos dónde el transgresor por temor y miedo a la sentencia, demostraba sincero arrepentimiento. Tarde por supuesto.
Pero Elena tenia algo distinto. No estaba arrepentida, para nada en absoluto. Pero sus ojos y sus palabras por primera vez iban acompañados. Hecho que provocó cierta inquietud y generando en él algo que jamás le había ocurrido: Conmoción.
Su mirada le estaba afectado demasiado, al punto de reprimir la necesidad de hacer algo lo más antes posible para disipar aquel sentimiento que emitía.
Dolor.
Elena estaba dolida, como quien luego de haber recibido golpes tras golpes, solo estaba en la espera del golpe final para terminar de una vez por todas la tortura crónica y el suplicio por no entender el por qué de esos golpes.
Entones la explicación que Jared tanto buscaba, esa intuición que lo había llevado a desobedecer a sus superiores, la razón que aclarase todo... estaba en ella, en esa mirada, esas palabras, en ese dolor y pesar, en ese "por qué" que Elena se cuestionaba en cada momento desde hace mucho a si misma, aun sabiendo la respuesta real, más no la realidad.
La soltó y ella cayó bruscamente al suelo derrotada. Se produjo un profundo y extenso silencio en el que ambos permanecieron absortos en sus pensamientos, en sus mundos. El corazón de ella poco a poco fue sosegándose retornando a sus leves zumbidos. Él simplemente la observaba, entre receloso y conmovido.
-Tal vez si – habló él finalmente.
- ¿Si qué? - inquirió ella casi en un susurro, sin levantar la vista.
-Puede que aun no sea demasiado tarde... - se acercó con cautela, ubicándose en cuclillas al frente suyo.
Estuvo a punto de decir algo mas pero recibió una oleada de angustia y sufrimiento al levantar su rostro, completamente consternado, para poder verla. Y por unas milésimas de segundo, en un instante, pudo ver una verdadera víctima.
-¿Elena? - inquirió confuso, sorprendido ante esa reacción y llamándola por su nombre por primera vez desde que la hubo conocido.
Ella estaba petrificada, desconcertada; se había puesto completamente tensa y sus ojos quedaron mirando al vacío, como si estuviera perdida. Había entrado a un estado de estupor, en un trance. De pronto una lágrima brotó por su rostro ceniciento. Luego sus ojos se llenaron de mas lágrimas. Su mirada  apesadumbrada y abatida, auguraba derrota, como si en ese instante hubiese recibido ese golpe final.
-¿Elena mataste a Annie? – preguntó estoico, ella asintió sin mirarlo.
-¿Por qué?
Se produjo otro silencio, y el ambiente se cargo de tensión. Cuando por fin habló lo hizo presa del pánico.
-Porque yo los desafíe – repuso gélida.
-¿A quienes desafiaste? – insistió Jared cada vez mas confuso.
Elena posó su vista en la de él, volviendo a la realidad y con una gesto completamente carente de emoción.
-A la peor escoria que puede existir en este planeta... - concluyó.



viernes, noviembre 29, 2013

"Algo oscuro"


PRIMERA PARTE: “Antes


~3~
"Algo oscuro"


    Catalina había imaginado de miles y miles de formas cuan maravilloso podría ser un baile. Como debía de ser sentirse iluminada por la luz de las miradas al pasar, al bailar, al sonreír cortésmente. Lucir un hermoso vestido. La gloria de ser reconocida y aceptada socialmente. Que la gente la reconozca y diga su nombre con orgullo. Que un príncipe acuda deseoso de que se le conceda una pieza. Solo una pieza...
    Desplomada en el suelo, ahogada por un mar de árboles a su alrededor, se subsumió en un profundo sueño, donde los bailes eran un encanto; donde la promesa de un destino de felicidad se encontraba latente detrás de cada fragmento de la decoración, de cada nota musical, de cada mascara, de cada traje, de cada sonrisa.
La realidad se mostraba totalmente distinta. El peso de aquella vida que no había podido siquiera ver a los ojos y darle un último adiós al mundo terrenal, ahora estaba constreñida en esa ínfima pieza que su mano fuertemente aferraba.
    A estas alturas se sentía un estropajo desechable, su peluca se había enmarañado, parte del cabello estaba escapando, dejando entrever finas mechas castaño claro, resolvió deshacerse de ella; su rostro estaba todo sudado por la agitación, de modo que decidió sacarme el maquillaje también, con la entretela del costoso vestido, para conservar únicamente la máscara. Mañana la abuela criticaría a sus anchas como su vestido se hubo mancha de maquillaje y de sangre. Pero no si antes lo quemaba, para borrar por siempre el recuerdo y quitarle toda posibilidad de futura humillación. Se levantó, saliendo de su ensimismamiento y cuando se dispuse a caminar el taco del zapato izquierdo se quebró, provocando que tambalee y, que de no ser por el poco equilibrio y fuerza que poseía, tal vez habría caído bruscamente en el suelo.
    -¡malditos zapatos! – maldijo, quitandoselos hasta quedar descalza – mañana también los voy a quemar, y arderán tanto como mi vestido… - sentenció desquiciada.
    -no si ellos van por usted primero.
    Una voz provenientes de los árboles la sobresaltó, y el poco equilibrio que había logrado se esfumó. Cayó de rodillas al suelo, apoyando sus manos antes. Una discreta risa y una figura se desprendió de las penumbras para dar paso a un joven, que observaba sonriente su reciente espectáculo.
    -cuanto lo lamento, no tuve intenciones de asustarla – se disculpó, acercándose de inmediato para poder ayudarla a que se levantase.
    Catalina no pudo reprimir la bronca, a causa del susto.
    -¡demonios! -profirió fuera de sí. - ¡¿No sabes que espiar a las personas está mal?!
    El joven la miró consternado, pero seguía manteniendo la sonrisa burlona.
    -De nuevo, lo lamento, ¿se encuentra bien? – preguntó cortésmente, mientras ella acomodaba su vestido y cabello.
    - Sí, gracias – respondió áspera.
    -Pero tienes… - replicó alarmado al observar la mano que tenía la llave - te hiciste daño... – se arrimó para tocarle la mano que tenía con sangre, impulsivamente como un reflejo Catalina la escondió detrás.
    -Estoy bien – se alejó rápidamente.
    Ante esa extraña actitud, el joven se quedó paralizado. Bajó la mano que le había quedado suspendida en el aire, y la observó con ojos expectantes y recelosos. De arriba hacia abajo. De abajo hacia arriba. Catalina agradeció llevar la máscara en esos momentos. Él también llevaba una, solo que era más elaborada y tenía piedras en los bordes. Su cabello era de un negro tinto, su piel nívea contrastaba con la vasta oscuridad y su traje azul. Podía jurar que tenía ojos claros, pero sin mucha convicción. Era alto y esbelto.
    -Tal parece que alguien está un poco susceptible esta noche… - comentó irónico. Luego de semejante inspección.
    -Tal parece que alguien no encontró mejor diversión que importunarme – por fin había terminado de arreglar el cachivache de ropa que tenía y su cabello.
    -¿le cuento algo? - no esperó respuesta - He tenido compañeros de batalla tan feroces que dan miedo, pero usted puede que le gane en carácter – repuso sarcástico, con un deje de frialdad – que tenga usted buenas noches - Acto seguido se retiró dirigiéndose a la mansión.
    Magnífico, más descortés no podía haber sido, pensó Catalina. Pero qué importaba ser amable cuando no se sentía con ánimos de serlo. Además no sabía quién era, probablemente nunca más lo volvería a ver. Se olvidaría de ella. Ahora tenía otro asunto que solucionar. Se dirigió a la mansión un tanto abatida, pero más tranquila, para pedirle a su madre que volviesen a casa. No podía estar ni un segundo más en ese lugar.
    -¿Que ocurre Catalina? – Inquirió Elena minutos más tarde cuando por fin se pudieron encontrar – ¿dónde has estado? te estuve buscando – preguntó mientras evaluaba el aspecto de su hija, quien se hubo cerciorado de arreglarse antes.
    -Nada madre, me fui a conocer los jardines, pero ahora me siento cansada solamente – sonrió para no levantar sospecha. Por suerte para ese momento la fiesta estaba concluyendo y muchos invitados estaban partiendo. De modo que no hubo más cuestionarios al respecto y se marcharon.
    Catalina suspiró con pesar. Todo parecía formar parte de una imagen onírica.
    Se había derrumbado hasta el mínimo vestigio de esperanza de que su noche fuese perfecta. Porque, aunque todos aquellos invitados consecuentes, considerados y cortes ignoren lo que hubo presenciado, el secreto de la verdad lo llevaba y lo llevaría arremetido en aquella pequeña pieza. Y en su espíritu.
    Un hombre fue asesinado en pleno festín, en el mayor clima de festejo, y nadie lo sabía…
    Se paseaba por su mente.
    Pero pronto lo sabrían, y cuando eso ocurriera, ¿qué pasaría con ella? Instintivamente apretó la llave de su mano como si se la estuviesen por arrebatar y le fuese la vida en ella. Este era un secreto; intuía que así lo fuera, de lo contrario ¿porque un hombre se tomaría los últimos momentos de su agonía en dársela a un extraño? probablemente porque no quería que sus más cercanos lo supieran, esta llave puede que oculte algo que no debía ser conocido. De ser así, Catalina no podía ignorar la idea de que, a partir de este momento, algo oscuro cargaba en ella.

"Dancing in the Dark"


















jueves, noviembre 28, 2013

"Portadas de mis futuras historias"




"Portadas de mis futuras historias"


      Estas son algunas de las portadas que diseñé (personalmente) para mis futuras historias. La intensión de cada una es que, al verlas, el espectador tenga un anticipo de la historia, por eso le di mucha importancia a la estética, los colores, las letras y las imágenes. Traté de lograr que estas hablasen lo más que pudiesen sobre las novelas. 
      Aclaro que mucha de las imágenes tienen los derechos reservados de sus autores, por lo tanto fueron adquiridas mediante permisos correspondientes. 























martes, noviembre 26, 2013

"La leyenda del Arlequín"



"La leyenda del Arlequín"

   En un mundo, donde la gracia de ver al prójimo como alguien que pueda contribuir a hacer tus días cada vez mejor, donde el amor brota por la piel sin miedo a manifestarlo y donde la esperanza que irradia una sonrisa; han quedado totalmente extintos, a tal punto de convertirse y ser considerados una leyenda, el mito más remoto de la historia de la humanidad; oculto en lo más recóndito de la desolación y la crueldad.
   Allí en ese mundo oscuro y espurio es donde encontré una pequeña luz.
   Una llama a punto de ahogarse por la debilidad; a través del dolor pudo encontrar, tal vez, el último soplo; un aliento para que no terminase por sucumbir por siempre.
   Mi Alma…
   Ahogada por el costumbrismo y las leyes sin sentido; de una sociedad estéril, cual estanque donde el agua jamás se renueva; me atreví a introducirme a lo incierto de terminar con tanta agonía.
   ¡Cuánta osadía la mía!
   Las miradas jamás lo habrían comprendido; solo habrían sentenciado, con aires de grandeza y completa pureza, la carencia de mi cordura que el colectivo califico como indispensable.
   ¿Indispensable para qué?
   Para “adecuarse” a lineamientos estrictamente tiránicos y represivos, donde la muerte emocional y la censura son los que dictaminan cada movimiento y a cada ser.
   ¿Por qué tanta restricción?
   ¿Qué era lo que no debía exponerse?
   ¿Cuál era el motivo por el cual nos prohibieron, desde niños, sonreír honestamente?
   “Solo para usos sociales de falsa cortesía”…
   ¿Por qué nos impedían tener espejos?
   En un mundo donde la vida se encontraba constreñida a modismos automáticos, preestablecidos caprichosamente, tendientes a socavar la libertad y donde hablar de sentimientos e ideales; se habían convertido en los mayores tabúes.
   La única respuesta que pudo socorrer mi desencanto ante esa realidad, fue el deseo de adentrarme a un sueño eterno.
   En cuanto sentí que era el momento justo para lograrlo, un reto mayor irrumpió en mi plan.
   Y como el mayor del los misterios, tanto o más que el origen del universo, apareció la puerta que abría paso hacia la libertad.
   Ese ser no me salvo de la muerte, no.
   Esa luz me revivió.
   Detrás del espejo en su mundo paralelo, rompió las cadenas que me ataban a una ruina circular.
   Con sus destellos del todo y la nada a la vez, supo mostrarme el mundo tal como es.
Sano las heridas crónicas y el dolor que hacía tiempo arrastraba; con su pequeña luz, que emergía con el curvar de la comisura de sus labios.
   Su rostro cubierto de magia hacían resaltar lo asombroso de su ser, con los tiques mas burlescos, casi como un guiño a los defectos y las desgracias.
   Sin pensarlo me entregue a él y a su insensatez. Y mi destino tomo otro rumbo, uno que jamás esperaría.
   Hoy divago por horizontes de eterno resplandor sin penas ni culpas por ser lo que soy.
   Todo comenzó esa noche de desencanto y ahogo de mi alma, a milésimas de llegar a su fin. Al borde del abismo. Sin honores y glorias, ni avisos apareció.
   Entonces la leyenda cobro vida frente al espejo. El “Arlequín” vino para cambiar el rumbo de mi destino para siempre.




(Prólogo de "arlequín")



















"¿Crees en el amor a primera vista?"



"¿Crees en el amor a primera vista?"


Marbe inspeccionó su reloj, eran las nueve de la mañana en punto, entraba a su trabajo a las diez. De modo que decidió hacer tiempo en un bar que quedaba cerca. De paso hablaría con el dueño sobre unos asuntos importantes.
-¿Cómo va todo esta semana? – Le preguntó amablemente, Paul-Loup Gauthier, un simpático francés dueño del “Le Charol”, su bar preferido. Era el único lugar donde le servían sus platos preferidos, que si bien no aguardaban relación con la gastronomía francesa, su amigo mandaba a prepararlos de todos modos sólo para ella. Era un tipo muy agradable, extremadamente elegante y detallista. En cuanto tenia oportunidad Marbe se ganaba una que otra reprimenda de parte de este por sus malos hábitos y por su mal gusto para vestirse o porque no se arreglaba demasiado. Así era Paul.
-¡Excelente! – le respondió emocionada, mientras devoraba su pan con manteca y “dulce de leche”. Más bien su bandeja de panes con dulce y su café con leche. Paul solo la observaba, pues ya no le sorprendía en absoluto los modales de su amiga. – Ya terminé la mezcla para la presentación de esta noche – prosiguió – espero que logre impresionarlos, de lo contrario…
-¡oh! Sí que lo harán… - le interrumpió. – desde luego que quedaran pasmados, a mi me paso eso, tu música llama Mar – le confesó el francés mirándola a los ojos. Porque desde luego que no mentía.
Paul recordaba esa noche que la había escuchado por primera vez en aquella fiesta. Y lo recordaba con tanto fervor... porque allí fue que conoció a la persona más maravillosa que podía existir. Marbe le había confesado que sólo había reemplazado unos minutos al Dj contratado, ya que ella era la encargada de trasladar los equipos esa noche y estaba como asistente. Pero fue en ese instante en que esa mujer se puso los auriculares y tomó el manejo total del multipista, que todo había ocurrido, reflexionó Paul. No sólo tenía un talento extraordinario para las mezclas, sino que también por medio de ellos trasmitía sentimientos; sentimientos que él había captado y aquel sujeto, que estaba en el otro extremo de la pista, también. Ambos se miraron. Y el tiempo se detuvo. Ya no había nada que captase su atención más que ese hombre y la música de fondo. Y para este pareció ocurrir lo mismo. Hablaron… aunque el tiempo peco de brevedad, pudo comprobar, por primera, vez que si podía ser correspondido. Pero la vida nunca seria sencilla, y mucho menos la suya. Por su condición. Y ese sujeto; que con sólo esa pieza de música compuesta por esa mujer que tenía enfrente en estos momentos; le había robado el corazón, se marchó; llevando consigo la promesa de un futuro incierto, quizás con la esperanza de un reencuentro.  Así fue que conoció a Nick. El hombre de sus sueños. Y posterior a Marbe, a quien no dudó en contactar para que trabajase en su antiguo bar, con música bailable. Cuyo éxito le abrió muchísimas puertas.  
Suspiró.
Marbe asintió, pues sabía que su amigo no intentaba ser condescendiente, sino que lo decía de verdad. Supo al instante la razón. Y lo entendía. Además estaba segura que de no haberse dado las cosas así con él, esta oportunidad que tenia ahora nunca habría llegado.
Le sonrió.
-Eres un romántico empedernido – se burló.
-¿No me digas que no crees en al amor a primera vista? – repuso Paul, exagerando el gesto de conmoción.
Marbe dirigió su vista hacia la ventana. La gente caminaba apresurada, de un lado a otro; era como una corriente fluvial, una marea devastadora. Los observó a cuantos pudo: hombres de traje, hombres de estilo casual, mujeres bien vestidas, de tacos, de zapatillas, ancianos y niños… pero eran solo gente ordinaria, frenética y masificada, sus rostros no le decían nada.
-Por supuesto que si Paul, es en lo único que creo en esta vida – confesó Marbe taciturna, con su mirada al vacio. Un sentimiento de nostalgia se hizo presente. Recuerdos y más recuerdos irrumpieron en su mente. Un nudo en la garganta. Un suspiro finalmente. -Bueno, será mejor que me apresure – habló, luego de ese instante de flaqueo. – No me gusta hacer esperar a las personas - concluyó firme.
Paul asintió.
-no te preocupes la casa invita, suerte esta noche – le deseo.
-Gracias – le dijo esta y se puso en marcha.

Paul observó como ella cruzaba la puerta. Aunque desconocía esos pequeños intervalos de reserva en Marbe, sentía que sus razones habría de tener, y que de seguro aguardaban relación con su situación actual y explicaría por qué se había ganado su respeto y admiración en ese tiempo. Era una mujer de mundo, según él. Y bien sabía que el mundo era cruel.

(Fragmento de "De la Idea del Caos")





"Aperitivos"



"Aperitivos"



-Si  amor, ahí  estaré – respondió Jensen a la voz al otro lado del teléfono – ¡auch! - profirió un leve gemido, cuando la chica pelirroja que en esos momentos se encontraba entre sus piernas, dispuesta a jugar, le mordió la cara interna de su muslo. Él le hizo en respuesta una señal de reproche, que produjo un efecto inverso en la joven, quien redobló la apuesta.
-¿Qué fue eso? – curioseó la voz del teléfono.
-Nada amor, es solo que me golpee con la punta de la cama – se excusó. Gesticuló en dirección a la juguetona chica claramente un “traviesa” y sonrió abiertamente enseñando su perfecta y reluciente dentadura, sonrisa que ya tenía ensaya y sabía que hacía temblar a cualquier persona perteneciente al sexo femenino.
Por un momento se perdió la conversación, cuando se percató que la chica se acercaba peligrosamente a su miembro, en ese momento cubierto solo con su bóxer.
-¿Jen…?
-Si… perdón, ¿qué dijiste bebe? No te escuche – repuso cariñoso.
¡Demonios!
Se estaba excitando, en cuestión de milésimas perdería la cordura, por ende debía cortar la conversación cuanto antes, para evitar problemas. La pelirroja le saco el bóxer con habilidad.
Esta chica estará en el horno, pensó.
-Te deseo Jen… - al otro lado la voz.
Una imagen de la pelirroja siendo embestida por él, se cruzó por su mente.
-Yo también… - respondió instintivamente con voz ronca. Una verdad a medias, caviló.
Una descarga eléctrica fue a parar directo a la punta de su miembro, cuando las manos de la colorada lo aprisionaban con firmeza y sintió el contacto de sus carnosos y húmedos labios en él.
-Soy toda tuya – catastróficamente ambas mujeres hicieron el mismo comentario.
Otra imagen de ambas mujeres desnudas besándose lo puso a mil, entonces supo que ya estaba ingresando en un trance, dónde su cordura se tomaba un descanso muy largo y no podía pensar con claridad.
-Te quiero – concluyó la voz.
-Yo… - ¡uff! Garganta profunda… esta chica sí que sabía – lo siento amor debo cortar, nos vemos esta noche, adiós – y cortó el teléfono. Lo dejó a un costado en su mesita de noche y centró su atención en su compañía de turno, que en estos momentos se apropiaba de su fiel compañero de placeres sin tregua. No sabía su nombre, su edad, ni nada de ella; ni siquiera cómo había llegado a sus aposentos. Pero allí estaba proporcionándole una impecable Felatio in ore. Esta al percatarse de que estaba siendo observada se detuvo.
-¿Quién era? – curioseó de pronto.
-Mi novia – respondió Jensen indiferente.
-No sabía que tenias novia – comentó intentando sonar casual.
Todo ese repertorio ya lo tenía suficientemente claro. Pues no era la primera vez que pasaba, y tampoco sería la última. Sabía cómo comportarse cuando su novia interrumpía sus encuentros sexuales, desde luego sin saber que lo hacía. Si bien en una que otra oportunidad estuvo al borde de ser atrapado in fraganti, nunca pasó a mayores gracias a su destreza para zafar de múltiples situaciones comprometedoras y la habilidad para mentir como ninguno, sumado a su encanto y pericia para manipular a las personas; todo sin mucho esfuerzo.
-Pues… si, la tengo – concluyó contundente.
Ese era su gran punto a favor. Las mujeres en su máxima expresión. Se consideraba un lector, un sociólogo, un “femenólogo” nato; sabía comprender a las mujeres y entendía casi a la perfección la psicología femenina. Podría decirse que si bien desconocía completamente a esta chica; estaba seguro que, si sus cálculos no fallaban, el anterior comentario la habría puesto alerta. Y con los debidos recaudos y movimientos obtendría lo que querría.
-¿Cómo te llamas? – le preguntó sugerente. Sabía que era de brutos tener relaciones con alguien sin siquiera preguntar su nombre, independientemente de que luego no lo recordase, era por simple cortesía.
- Sarah… - comentó algo contrariada.
- Bueno Sarah – continuó intentando flaquearla – no es que sepas muchas cosas sobre mi ¿no? – soltó con humor. Ella lo observaba con una expresión múltiple. Podía decirse que expresaba decepción, intriga, un poco de celos y por ultimo ¡touchè!, deseo. Mucho más que el de hace unos minutos. Y no cualquier deseo, este era como en respuesta a un reto implícito. Al parecer Sarah era de esas que resultaban ser determinadas, algo obsesivas y competitivas; pero que a pesar de todo era sumamente insegura en otros aspectos.
Ese había sido su veredicto.
De modo que decidió, por el bienestar emocional de la joven, no dar más vueltas y rodeos sobre el asunto. Nunca estaba en sus planes herir los sentimientos de nadie; y menos los de una mujer, más si esta no entraba en juego con la suficiente protección y herramientas que demandaba el estar con una persona tan inestable como él. Pero por sobre todo porque sabía de primera mano lo vengativas y rencorosas que podían llegar a ser.
-Mmm… - notó un pequeño atisbo de vacilación. Señal de que era momento de entrar en acción concretamente.
Sin desaprovechar el hecho de que ella estaba observando su abdomen, espetó:
-Sí, es plano y firme… - la fulminó con la mirada – pero tú tienes unos ojos de infarto, y si seguías mirándome de ese modo tan insinuante  mientras hablaba con mi novia, juro que terminaba por exprimir mi celular… - terminó su poco elaborado discurso de momento con total desfachatez. Una sonrisa adorno el rostro de la pelirroja, y él no pudo más que sonreír como un lobo que acababa de acorralar a su presa, pues su objetivo ya había sido logrado.

Ahora si atacaría sin preámbulos, ni anestesias. Era momento de hacer real su imaginación, pervertida por las anteriores imágenes. Se acercó al rostro de Sarah, inhaló su aroma y la besó con fiereza, esta le correspondió al instante con la misma intensidad y segundos después se hundieron en un mar de lujuria.