"Ciudad
del Caos"
El
tránsito a esta hora de día era simplemente un suplicio.
Una marea incesante de transeúntes frenéticos y una
maroma de autos por doquier. Llevaba mas de quince minutos parada
en la esquina del cruce en la Av. Madison, en la
espera de que el bendito semáforo se pusiese en rojo.
Hecho que atormentaba la paciencia de cualquiera, pero mucho más la
de Marbe, quien simplemente odiaba soberanamente la ciudad y
todos sus componentes. Le molestaba los ensordecedores ruidos,
las luces que ofuscaban adornando los negocios, que colmaban
cada recóndito de las manzanas, el
ritmo acelerado y convulsionado, en fin, absolutamente
todo. Y tal vez ese hecho constituía una de sus grandes
paradojas, pues de todas las posibilidades que alguien
aguardase para salir de una situación asfixiante, y sobre
todo considerando sus preferencias, buscó la
mas contradictoria. Pues justamente había elegido el
conglomerado mas cosmopolita, y atestado lugar, para habitar. Una
“selva de cemento” como lo solía llamar. Pero aun así trataba
en la medida de las posibilidades, o lo que su tolerancia
le permitía, de no quejarse, ya que ante
toda decisión se había prometido a si misma
mantenerse firme. Por lo que hubo resuelto reservarse todo tipo de
pensamiento o comentario negativo acerca de la vida en la imperiosa
ciudad de New York y hacer lo que tenia que hacer y
punto. Y en estos momentos tenia una meta que cumplir. Un objetivo
que alcanzar. Y estaba trabajando demasiado por lograrlo como para
amedrentarse por minucias como aquellas.
Su
celular comenzó a sonar al tiempo que el semáforo anunciaba que era
seguro cruzar. Tomó el minúsculo aparato tecnológico en tanto que
se ponía en marcha
-Sra. Calvert...
- dijo - si, estoy llegando... no se preocupe, en cuanto me desocupe
esta noche me pondré a organizarlo, puede estar usted tranquila...
no, es un honor... esta bien...
Solo
le quedaba dos pasos para llegar hacia la acera, cuando súbitamente
un auto se atravesó impidiéndole el paso, y que de no ser por su
capacidad para manejar sus reflejos en tanto que desarrollaba otra
actividad – como hablar por celular – habría terminado siendo
arrollada pulcramente.
-¡Pero
que mierda! - profirió a todo pulmón. Se detuvo en seco y pateo con
brusquedad las llantas del imponente auto. - ¿es que acaso no ves
por dónde vas, pedazo de bestia?
Instantáneamente, en
respuesta a tal arrebato, un sujeto preso de la ira salio a
defender su vehículo.
-Oye
- la freno en sus intentos por desplomar las ruedas y quien sabía
que mas.
Cuando Marbe vio a aquel moreno
de facciones altaneras bajar del automóvil, pudo reparar de
quien se trataba; su rabia creció un tercio mas,
repartiendo hostias con mayor violencia.
-¡Mierda!
¡para! - le ordenó, en vano - ¿Pero a ti qué te pasa? ¿eh?
- le gritó Jensen. - ¡Estas loca!
-¡No!
tú estas mal - repuso exacerbada, señalando
deliberadamente - ¿Acaso no ves que el semáforo esta en
rojo? ¿Es que no te han enseñado educación vial? ¡Y encima
te la das de perdonavidas!
Jensen entre
tanta cólera también se hubo percatado de quien se trataba y una
ola de imágenes de lo ocurrido al mediodía se
le hizo presente. Vaya destino, mas bien desgracia, pensó. En
ese instante el semáforo dio en verde y los autos que
estaban detrás comenzaron una lluvia de bocinas, en
tanto que los del costado derecho comenzaron a circular.
-¡pero
si la enferma eres tu, esto es un giro libre! - le recriminó él,
que intentaba mantener la calma, pero fallando estrepitosamente en el
intento, al ver que Marbe se dirigía al limpia parabrisas
para arrancarlo.
Realmente
consideraba que no había sido para tanto, como para que esa chica se
armara semejante espectáculo. La tomo por la cintura para
alejarla del coche, en tanto ella propinaba piñas y patadas
aleatorias. Un policía que se encontraba rondando se hubo acercado,
al oír el bullicio generalizado, y de un instante a
otro el caos se había propagado por toda la esquina, entre
gritos y autos abarrotados.
Temeroso
de que las situación empeorara, Jensen bajo a la joven, al
leer las intensiones flagrantes en los ojos turbios de la
muchacha por acercarse a golpearlo, retrocedió un paso.
Realmente esa chica estaba trastornada, y aunque se hubo cambiado de
vestimenta todavía conservaba ese aspecto pasota.
Las
bocinas se hacían aun mas audibles. De modo que, en su
buena labor, el oficial ordenó a los conductores detrás a
doblar y pasar por los laterales y poco a poco el orden se hizo
presente. Mas sosegado el ambiente, el efectivo policial se acerco a
ambos sujetos que aun seguían tirándose improperios y
apacible inquirió:
-¿Se
puede saber qué esta pasando aquí?
Al
ver que tanto él como ella, comenzaron a atropellarse en
palabras, los calló instantáneamente. Marbe por su
parte al reconocerlo como un compañero de patrulla
de Chad intentó inútil esconder su rostro,
mirando en otra dirección. Hecho que no pasó desapercibido
para Jensen quien aprovecho ese instante para hablar.
-Pues,
sucede que estaba por doblar, cuando esta señorita se atravesó
súbitamente – alegó.
-Linda
forma de relatar los hechos, te faltó la parte de los unicornios que
cagan arcoiris – reparó Marbe, aun sin dirigir la mirada
ni al policía ni al moreno.
-...
y de un momento a otro – prosiguió el ignorando el sarcasmo de la
morocha. - me vi obligado a bajar ya que estaba sacada,
hasta quiso arrancar el limpia parabrisas...
-No
te olvides de la patada en la entrepierna, que tanto a
gritos esta pidiendo... - lo miró con resentimiento. - ¡Vete a
la mierda, casi me chocas!
Jensen simplemente
permaneció sereno e imperturbable. Sabía como mentir
y engatusar; con suerte saldría limpio de todo
esto, no sin antes maldecir porque esa energúmena se
hubiera cruzado por segunda vez en su día, con el solo fin
de amargarlo e interviniendo en sus planes.
El policía inspiró
hondo.
-Vamos
a hacer lo siguiente – resolvió el oficial. - no los voy a
reprender, ya que ambos se mandaron su parte, tú – dirigiéndose
a Marbe. - por violenta y despistada, y usted – dirigiéndose
severo a Jensen. - por no advertir la presencia de un peatón,
quienes tienen prioridad de cruce, aun en los giros libres –
concluyó con parsimonia.
Ambos
permanecieron estáticos y midiéndose con la mirada. Jensen se
sentía un maldito crió de primaria. Pero finalmente
no tendría multas que pagar, y tampoco había tenido que
recurrir al soborno. Por su parte Marbe estaba que bramaba
en cólera.
-Marbe...
- esta se volteó rompiendo el aura de mala vibra que se había
formado junto con el espécimen aquel, que se empeñaba en joderla -
¿por que no me extraña verte armando revueltas? - le reprendió el
policía. - ¿crei que habíamos llegado a un acuerdo la ultima vez?
no mas disturbios...
Esta
simplemente bajó la cabeza; ya que contra aquello no tienía nada
que decir, sabia a lo que el oficial se refería; tragándose las
palabras, no sin antes advertir el rostro cínico del moreno, que
miraba al frente, pero que aun así sabia perfectamente que
se lo dedicaba ella. Estaba ganando varios puntos para incorporarse a
su lista negra, pensó. Era la segunda vez en el día que lo deseaba
estampar contra el pavimento por soberbio, pero que al final se
quedaría con las ganas; ya que, por una cosa u otra, el muy
condenado se salia con la suya. Se sentía realmente impotente.
-Bueno,
ya que esta todo arreglado le pediría por favor señor que proceda a
circular – le ordeno el policía a Jensen, quien asintió,
escudriñando la ira bramar en el rostro de la morocha, en
tanto se alejaba; y que, por razones completamente extrañas
a él, le producía un placer inmenso.
Marbe por
su parte reanudo sus planes y prosiguió, intentando convencerse de
que no había ocurrido absolutamente nada. Se percató de que estaba
casi estrangulando su celular. Recordó que minutos atrás, antes de
que ese maldito neanderthal se hubiese cruzado, estaba
hablando con su jefa. La llamó nuevamente, pero esta simplemente no
respondió.
¡Mierda!
Otro
motivo mas para odiar la ciudad.