sábado, diciembre 07, 2013

"El arte del Bastardeo"



"El arte del Bastardeo"


-¿Qué te ha ocurrido esta tarde?
-¿Por qué lo dices linda?
-Te vi un tanto angustiado...
-¿Angustiado? No lo creo preciosa – dijo Jensen en tanto servía dos copas de Dom Pérignon.
-Pues déjame decirte que te desconocí...
Jensen tomó asiento en su ostentoso sofá. Y centró su atención en la joven que tenia en frente. Una castaña de imperiosos ojos verdes y rostro ceniciento. Su tipo. Sus cabellos caían en cascada adornando la delicada curva de sus hombros, resaltando sus notorias clavículas. Algo que a Jensen le fascinaba, pues le gustaba jugar con aquella parte, tanto o mas que otras cliché y obvias. Reconocía que en parte, rebuscar e innovar atraía bastante al sexo opuesto. Ella lo observaba con gestó reticente y un tanto reacia. Con cada ademán o gesto emanaba una delicadeza y sensualidad deslumbrante. Desde el primer momento en que la hubo conocido, que ella le había parecido atractiva y cautivadora. De modo que en plan de conquista se había acercado a ella, para conocerla mas a fondo. Y para ser exactos llevaba casi un mes trabajándola y estudiándola en detalle.
Como todo lobo al acecho, había encontrado una víctima. Aunque se negaba a pensarlo de ese modo, pues las mujeres para Jensen no constituían solo números que pasasen impecables por un cuenta ganado, sino mas bien eran todo un desafió, un reto digno de asumir. Todo un misterio, algo tan inquietante, como placentero. Conocer una mujer era toda una hazaña y conquistarla un arte. Las mujeres eran la analogía perfecta de un cumulo de sentimientos sublimes dignos de padecer.
Sonrió ladino.
-¿Como sería eso? - inquirió un tanto intrigado.
-Ya sabes... te vi serio...
-¿Que tendría eso de malo?
-Es que tu siempre estas... no se.. despabilado, sonriente y burlón... - confesó la castaña.
-Mal día supongo... - manifestó casual.
-No pareces el tipo que suele amedrentarse por algo – arremetió ella sin tapujos. En tanto seguía con la vista a Jensen quien se había acercado sigiloso hacia ella, pero sorprendiendo en ultima instancia solo sentándose a su lado para solamente observarla curioso y socarrón.
-Mmm eso hace que me vea como un completo cretino ¿no? - espetó sagaz, sin abandonar su característico sentido del humor y gesto insinuante.
-¿Acaso no lo eres? - dijo impasible la joven.
Jensen profundizó su mirada en la de ella. Ese comentario lejos de afectarle, pues conocía su realidad tal cual, le había fascinado. Pudo percibir el dulce sabor que se siente al apostar en las partidas de poker, hablando de aquellas que conllevaban fuertes sumas de dinero, cuyo premio era aun mayor. Aunque, en cuestión, nada para él se resumía en plata, mas si en triunfos y hazañas. Y Chanel estaba ingresando al circulo de su amado mundo del juego despiadado que tanto le gustaba jugar. Sin filtro ni nada, pues ya había captado que poseía aquel néctar que tanto buscaba, pero que nunca lo saciaba del todo. Esa chica estaba armada.
-Tienes razón, que puedo decir... aunque eso no quite que pudiese tener malos días. Pero que mas da ponerse en plan de sufrido, cuando puedes solucionarlo con algo que realmente lo valga... - le guiñó un ojo.
Había utilizado su acusacion a su favor. Ella le sonrió discreta. Acto que le abrió sus apetitos lúbricos. Pero trato de bajar los niveles, para sobrellevar con firmeza la situación. La miró directo a los ojos, táctica que nunca le fallaba, pues sabia a la perfección el impacto que generaba en las personas con su sola mirada. Lo había hecho desde niño con las amigas de su madre, que siempre se babeaban por él; con las amigas de su hermana, con sus profesoras, con sus compañeras de la universidad, etc.
-¡Salud! - elevo su copa en gesto triunfal.
-Y... ¿Por que brindamos?
Se acercó sigiloso hacia ella, tomándola por completo desprevenida, ya que estaba perdida en su mirada. Otra de sus típicas tácticas. Cuando solo los separaba milímetros, él tomo su mano acariciándola con su pulgar con una suavidad exquisita, enviando leves descargas por cada fragmento su cuerpo, sin apartar la vista en ella. Consciente de que no tardaría mucho en ceder espacio en su terreno impenetrable, se acercó aun mas hacia ella, acortando la distancia de sus rostros a milímetros. Y llevando implícito la promesa de un beso fogoso, le respondió en un susurro insinuante...
-Porque soy un completo bastardo...
Y terminó aquel encuentro con un sutil beso en el dorso de su mano, dejándola más que estupefacta.
Reprimió una sonrisa. De verdad que era un maldito bastardo.


(Fragmento de "De la Idea del Caos")


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