lunes, diciembre 16, 2013

"CRÓNICA DE UNA DISTOPÍA: 18:00 pm."


CRÓNICA DE UNA DISTOPÍA

18:00 pm.

Veo gente atrincherándose, juntando desesperada elementos de sus hogares, para poder defenderse. Pues, la gente común no dispone de armas letales, destinadas solo a exterminar de un solo tiro. No obstante, la necesidad imperiosa que demandaba la situación los ha impulsado a utilizar su cotidiano ingenio para rebuscar algo con que herir a los “enemigos”.
Ciudades nefastas, abarrotadas con violencia y de un desenfreno ávido por destrucción.
Noticieros informando la propagación de los daños en provincias vecinas, contabilizando las victimas que tanta vorágine se hubo apropiado. Se discute sobre delitos de sedición, acuartelamiento, malas políticas. Mas la acefalía se hace un constante. Familiares llamando, manifestando su preocupación. Cada sonar del teléfono lleva consigo un sin fin de aflicciones ante la posibilidad de malas noticias. Por estas horas la psicosis se hubo adueñado de la mente del ser humano, distorsionando su sano juicio y arrebatándole el raciocinio. A cambio la hubo reemplazado con desesperanza y desenfreno.
La población se ha remontado a su estado mas primitivo, mas no abandonando su destreza con el único fin de generar mas caos. Todos fuimos reducidos a simples homínidos en fase de evolución. La puja entre civilización y barbarie, con cada segundo que transcurre, se acrecienta aún mas.
¿Cuál de ambas habrá de ganar?
Resuenan las campanas airosas por celebrar 30 años de una democracia ininterrumpida. Gobernantes accediendo a aumentos salariales con armas en la cabeza. Gobiernos admirando el fruto de su gestión.
-“Ha caído una victima mas” - informan. 
¿Sera de los buenos o de los malos?
Vecinos marchando con plástico, con la esperanza de ahuyentar a las fieras con fuego, y cargando en sus hombros palos para golpear. Niños preocupados, padres afligidos.
¿Que seria si los enemigos no fuesen otros que nuestro prójimo?
Cielos ahogados por el humo abrazador.
Por estas horas, en este día gris, solo me queda observar, donar algún que otro periódico para incendiar. Pues la marea arrasadora ha tomado cuanto sector le precedía. Y simplemente ya no hay vuelta atrás, la enfermedad es degenerativa, no tiene retroceso.
Siento angustia. Aunque solo me queda callar, porque en lo mas recóndito de mi ser; se que, por mas ínfimo, hube aportado algo para alimentar esta creciente anarquía.
Me siento en la cocina a esperar que la maroma se hiciera presente arrastrando, imperiosa y triunfal, todo cuanto tuviese a su alcance; e implorando porque nada quedase excluido, para que mañana ya no hubiese mas por exterminar.
Escucho sirenas y motos a lo lejos. El terror y la expectativa se hacen presente. Perros ladran y aullan al unisono. Y me siento temblar.
-¡vienen a robar! - se escucha en un eco.
¿Si tan solo fuese eso...?
Tiroteos y gritos por doquier. Esto es tierra de nadie.
La noche se hace presente. Apago las luces y el televisor, cierro las cortinas. Y así, sumida en penumbras, me despido en un sueño; un sueño donde mi patria ya no sufre más.



(Basado en hechos reales)


viernes, diciembre 13, 2013

"Ciudad del Caos"



"Ciudad del Caos"



     El tránsito a esta hora de día era simplemente un suplicio. Una marea incesante de transeúntes frenéticos y una maroma de autos por doquier. Llevaba mas de quince minutos parada en la esquina del cruce en la Av. Madison, en la espera de que el bendito semáforo se pusiese en rojo. Hecho que atormentaba la paciencia de cualquiera, pero mucho más la de Marbe, quien simplemente odiaba soberanamente la ciudad y todos sus componentes. Le molestaba los ensordecedores ruidos, las luces que ofuscaban adornando los negocios, que colmaban cada recóndito de las manzanas, el ritmo acelerado y convulsionado, en fin, absolutamente todo. Y tal vez ese hecho constituía una de sus grandes paradojas, pues de todas las posibilidades que alguien aguardase para salir de una situación asfixiante, y sobre todo considerando sus preferencias, buscó la mas contradictoria. Pues justamente había elegido el conglomerado mas cosmopolita, y atestado lugar, para habitar. Una “selva de cemento” como lo solía llamar. Pero aun así trataba en la medida de las posibilidades, o lo que su tolerancia le permitía, de no quejarse, ya que ante toda decisión se había prometido a si misma mantenerse firme. Por lo que hubo resuelto reservarse todo tipo de pensamiento o comentario negativo acerca de la vida en la imperiosa ciudad de New York y hacer lo que tenia que hacer y punto. Y en estos momentos tenia una meta que cumplir. Un objetivo que alcanzar. Y estaba trabajando demasiado por lograrlo como para amedrentarse por minucias como aquellas.
     Su celular comenzó a sonar al tiempo que el semáforo anunciaba que era seguro cruzar. Tomó el minúsculo aparato tecnológico en tanto que se ponía en marcha
     -Sra. Calvert... - dijo - si, estoy llegando... no se preocupe, en cuanto me desocupe esta noche me pondré a organizarlo, puede estar usted tranquila... no, es un honor... esta bien...
     Solo le quedaba dos pasos para llegar hacia la acera, cuando súbitamente un auto se atravesó impidiéndole el paso, y que de no ser por su capacidad para manejar sus reflejos en tanto que desarrollaba otra actividad – como hablar por celular – habría terminado siendo arrollada pulcramente.
     -¡Pero que mierda! - profirió a todo pulmón. Se detuvo en seco y pateo con brusquedad las llantas del imponente auto. - ¿es que acaso no ves por dónde vas, pedazo de bestia?
Instantáneamente, en respuesta a tal arrebato, un sujeto preso de la ira salio a defender su vehículo.
     -Oye - la freno en sus intentos por desplomar las ruedas y quien sabía que mas.
Cuando Marbe vio a aquel moreno de facciones altaneras bajar del automóvil, pudo reparar de quien se trataba; su rabia creció un tercio mas, repartiendo hostias con mayor violencia.
     -¡Mierda! ¡para! - le ordenó, en vano -  ¿Pero a ti qué te pasa? ¿eh? - le gritó Jensen. - ¡Estas loca!
     -¡No! tú estas mal - repuso exacerbada, señalando deliberadamente - ¿Acaso no ves que el semáforo esta en rojo? ¿Es que no te han enseñado educación vial? ¡Y encima te la das de perdonavidas! 
     Jensen entre tanta cólera también se hubo percatado de quien se trataba y una ola de imágenes de lo ocurrido al mediodía se le hizo presente. Vaya destino, mas bien desgracia, pensó. En ese instante el semáforo dio en verde y los autos que estaban detrás comenzaron una lluvia de bocinas, en tanto que los del costado derecho comenzaron a circular.
     -¡pero si la enferma eres tu, esto es un giro libre! - le recriminó él, que intentaba mantener la calma, pero fallando estrepitosamente en el intento, al ver que Marbe se dirigía al limpia parabrisas para arrancarlo.
     Realmente consideraba que no había sido para tanto, como para que esa chica se armara semejante espectáculo. La tomo por la cintura para alejarla del coche, en tanto ella propinaba piñas y patadas aleatorias. Un policía que se encontraba rondando se hubo acercado, al oír el bullicio generalizado, y de un instante a otro el caos se había propagado por toda la esquina, entre gritos y autos abarrotados.
     Temeroso de que las situación empeorara, Jensen bajo a la joven, al leer las intensiones flagrantes en los ojos turbios de la muchacha por acercarse a golpearlo, retrocedió un paso. Realmente esa chica estaba trastornada, y aunque se hubo cambiado de vestimenta todavía conservaba ese aspecto pasota. 
     Las bocinas se hacían aun mas audibles. De modo que, en su buena labor, el oficial ordenó a los conductores detrás a doblar y pasar por los laterales y poco a poco el orden se hizo presente. Mas sosegado el ambiente, el efectivo policial se acerco a ambos sujetos que aun seguían tirándose improperios y apacible inquirió:
     -¿Se puede saber qué esta pasando aquí?
     Al ver que tanto él como ella, comenzaron a atropellarse en palabras, los calló instantáneamente. Marbe por su parte al reconocerlo como un compañero de patrulla de Chad intentó inútil esconder su rostro, mirando en otra dirección. Hecho que no pasó desapercibido para Jensen quien aprovecho ese instante para hablar.
     -Pues, sucede que estaba por doblar, cuando esta señorita se atravesó súbitamente – alegó.
     -Linda forma de relatar los hechos, te faltó la parte de los unicornios que cagan arcoiris – reparó Marbe, aun sin dirigir la mirada ni al policía ni al moreno.
     -... y de un momento a otro – prosiguió el ignorando el sarcasmo de la morocha. - me vi obligado a bajar ya que estaba sacada, hasta quiso arrancar el limpia parabrisas...
     -No te olvides de la patada en la entrepierna, que tanto a gritos esta pidiendo... - lo miró con resentimiento. - ¡Vete a la mierda, casi me chocas!
     Jensen simplemente permaneció sereno e imperturbable. Sabía como mentir y engatusar; con suerte saldría limpio de todo esto, no sin antes maldecir porque esa energúmena se hubiera cruzado por segunda vez en su día, con el solo fin de amargarlo e interviniendo en sus planes.
     El policía inspiró hondo.
     -Vamos a hacer lo siguiente – resolvió el oficial. - no los voy a reprender, ya que ambos se mandaron su parte, tú – dirigiéndose a Marbe. - por violenta y despistada, y usted – dirigiéndose severo a Jensen. - por no advertir la presencia de un peatón, quienes tienen prioridad de cruce, aun en los giros libres – concluyó con parsimonia.
     Ambos permanecieron estáticos y midiéndose con la mirada. Jensen se sentía un maldito crió de primaria. Pero finalmente no tendría multas que pagar, y tampoco había tenido que recurrir al soborno. Por su parte Marbe estaba que bramaba en cólera.
     -Marbe... - esta se volteó rompiendo el aura de mala vibra que se había formado junto con el espécimen aquel, que se empeñaba en joderla - ¿por que no me extraña verte armando revueltas? - le reprendió el policía. - ¿crei que habíamos llegado a un acuerdo la ultima vez? no mas disturbios...
     Esta simplemente bajó la cabeza; ya que contra aquello no tienía nada que decir, sabia a lo que el oficial se refería; tragándose las palabras, no sin antes advertir el rostro cínico del moreno, que miraba al frente, pero que aun así sabia perfectamente que se lo dedicaba ella. Estaba ganando varios puntos para incorporarse a su lista negra, pensó. Era la segunda vez en el día que lo deseaba estampar contra el pavimento por soberbio, pero que al final se quedaría con las ganas; ya que, por una cosa u otra, el muy condenado se salia con la suya. Se sentía realmente impotente.
     -Bueno, ya que esta todo arreglado le pediría por favor señor que proceda a circular – le ordeno el policía a Jensen, quien asintió, escudriñando la ira bramar en el rostro de la morocha, en tanto se alejaba; y que, por razones completamente extrañas a él, le producía un placer inmenso.
     Marbe por su parte reanudo sus planes y prosiguió, intentando convencerse de que no había ocurrido absolutamente nada. Se percató de que estaba casi estrangulando su celular. Recordó que minutos atrás, antes de que ese maldito neanderthal se hubiese cruzado, estaba hablando con su jefa. La llamó nuevamente, pero esta simplemente no respondió.
     ¡Mierda!

     Otro motivo mas para odiar la ciudad.
(Fragmento de "De la Idea del Caos")


sábado, diciembre 07, 2013

"El arte del Bastardeo"



"El arte del Bastardeo"


-¿Qué te ha ocurrido esta tarde?
-¿Por qué lo dices linda?
-Te vi un tanto angustiado...
-¿Angustiado? No lo creo preciosa – dijo Jensen en tanto servía dos copas de Dom Pérignon.
-Pues déjame decirte que te desconocí...
Jensen tomó asiento en su ostentoso sofá. Y centró su atención en la joven que tenia en frente. Una castaña de imperiosos ojos verdes y rostro ceniciento. Su tipo. Sus cabellos caían en cascada adornando la delicada curva de sus hombros, resaltando sus notorias clavículas. Algo que a Jensen le fascinaba, pues le gustaba jugar con aquella parte, tanto o mas que otras cliché y obvias. Reconocía que en parte, rebuscar e innovar atraía bastante al sexo opuesto. Ella lo observaba con gestó reticente y un tanto reacia. Con cada ademán o gesto emanaba una delicadeza y sensualidad deslumbrante. Desde el primer momento en que la hubo conocido, que ella le había parecido atractiva y cautivadora. De modo que en plan de conquista se había acercado a ella, para conocerla mas a fondo. Y para ser exactos llevaba casi un mes trabajándola y estudiándola en detalle.
Como todo lobo al acecho, había encontrado una víctima. Aunque se negaba a pensarlo de ese modo, pues las mujeres para Jensen no constituían solo números que pasasen impecables por un cuenta ganado, sino mas bien eran todo un desafió, un reto digno de asumir. Todo un misterio, algo tan inquietante, como placentero. Conocer una mujer era toda una hazaña y conquistarla un arte. Las mujeres eran la analogía perfecta de un cumulo de sentimientos sublimes dignos de padecer.
Sonrió ladino.
-¿Como sería eso? - inquirió un tanto intrigado.
-Ya sabes... te vi serio...
-¿Que tendría eso de malo?
-Es que tu siempre estas... no se.. despabilado, sonriente y burlón... - confesó la castaña.
-Mal día supongo... - manifestó casual.
-No pareces el tipo que suele amedrentarse por algo – arremetió ella sin tapujos. En tanto seguía con la vista a Jensen quien se había acercado sigiloso hacia ella, pero sorprendiendo en ultima instancia solo sentándose a su lado para solamente observarla curioso y socarrón.
-Mmm eso hace que me vea como un completo cretino ¿no? - espetó sagaz, sin abandonar su característico sentido del humor y gesto insinuante.
-¿Acaso no lo eres? - dijo impasible la joven.
Jensen profundizó su mirada en la de ella. Ese comentario lejos de afectarle, pues conocía su realidad tal cual, le había fascinado. Pudo percibir el dulce sabor que se siente al apostar en las partidas de poker, hablando de aquellas que conllevaban fuertes sumas de dinero, cuyo premio era aun mayor. Aunque, en cuestión, nada para él se resumía en plata, mas si en triunfos y hazañas. Y Chanel estaba ingresando al circulo de su amado mundo del juego despiadado que tanto le gustaba jugar. Sin filtro ni nada, pues ya había captado que poseía aquel néctar que tanto buscaba, pero que nunca lo saciaba del todo. Esa chica estaba armada.
-Tienes razón, que puedo decir... aunque eso no quite que pudiese tener malos días. Pero que mas da ponerse en plan de sufrido, cuando puedes solucionarlo con algo que realmente lo valga... - le guiñó un ojo.
Había utilizado su acusacion a su favor. Ella le sonrió discreta. Acto que le abrió sus apetitos lúbricos. Pero trato de bajar los niveles, para sobrellevar con firmeza la situación. La miró directo a los ojos, táctica que nunca le fallaba, pues sabia a la perfección el impacto que generaba en las personas con su sola mirada. Lo había hecho desde niño con las amigas de su madre, que siempre se babeaban por él; con las amigas de su hermana, con sus profesoras, con sus compañeras de la universidad, etc.
-¡Salud! - elevo su copa en gesto triunfal.
-Y... ¿Por que brindamos?
Se acercó sigiloso hacia ella, tomándola por completo desprevenida, ya que estaba perdida en su mirada. Otra de sus típicas tácticas. Cuando solo los separaba milímetros, él tomo su mano acariciándola con su pulgar con una suavidad exquisita, enviando leves descargas por cada fragmento su cuerpo, sin apartar la vista en ella. Consciente de que no tardaría mucho en ceder espacio en su terreno impenetrable, se acercó aun mas hacia ella, acortando la distancia de sus rostros a milímetros. Y llevando implícito la promesa de un beso fogoso, le respondió en un susurro insinuante...
-Porque soy un completo bastardo...
Y terminó aquel encuentro con un sutil beso en el dorso de su mano, dejándola más que estupefacta.
Reprimió una sonrisa. De verdad que era un maldito bastardo.


(Fragmento de "De la Idea del Caos")


sábado, noviembre 30, 2013

“Conspiración”




Conspiración”



          -Mañana se dictara tu sentencia, todos los cargos presentados con sus correspondientes pruebas indican que no será muy a tu favor – advirtió Jared hacia la morena inescrupulosa que tenia al frente, quien lo observaba completamente impasible.
-No me sorprendería. La justicia al igual que Dios obran de manera tan misteriosa... – comento sarcástica.
Jared suspiró, harto de tanta prepotencia. Es que simplemente, no obstante sus años de carrera y dedicación al estudio de la mente criminal, no podía concebir como una persona se manejase con tanta desfachatez por la vida, aún cuando esta podría estar en peligro de condena perpetua; o si quiera mostrase un mínimo ápice de emoción, una mínima señal de que albergase algún tipo sentimiento o valor; que no sea más que por medio del sarcasmo, y la jocosidad, propios de una persona, cuyo pensamiento simplemente demostraba que poco y nada era lo que la podía a llegar a amedrentar. Pues carecía por completo de ética.
-¿Qué ocurre santurrón?¿ Te cansaste de jugar al perro que busca donde nadie quiere ser encontrado? - le inquirió sagaz, con su típica sonrisa ladina - ¿Qué se siente ser el “faldero” de los superiores? Menudo par de tiranos resultaron ser las autoridades ¿eh? Puras lacras. Después de mi no repararía inconvenientes en prestarles alguna de mis tantas causas, aunque probablemente no las necesiten para considerarse dignos criminales – profirió socarrona.
-Esas personas velan por la justicia...
-Esos criminales son tan miserables como yo, la diferencia radica en que yo no tengo doble discurso. No me escudo en la errónea idea de “darle a cada uno lo suyo”, sin antes recordar “no dañar al otro” y sobre todo “vivir dignamente”... Soy criminal y punto. Ulpiano me pasa por el centro de la entrepierna.
Jared inspiró profundo, había prometido intentarlo, previo asumir la derrota. Relajó sus músculos contraídos por los comentarios jocosos de Elena. Ante todo debía mantener la compostura y no dejarse dominar por las artimañas de una delincuente, hábil en su “labor” de irritar.
-Me gustaría que negociemos algo... - le insinuó.
Ella sonrió ladina.
-El inmaculado Jared quiere hacer negocios con la mismísima hija de satán – se burló.
-Vine a proponerte algo...
Elena se carcajeó desvergonzada.
-No lo creo querido...
-Si aceptas te doy lo que quieras a cambio – apuntó.
-Nada de lo que puedas ofrecer me interesa – le contrarrestó.
-Puedes pedir lo que quieras... droga, cigarros, alcohol... menos armas y tu libertad – aclaró. - tu dirás.
-¿Entonces de repentes eres el genio de la lampara mágica? - comentó jocosa, ella quería poner aprueba sus limites de tolerancia. Tal vez de ese modo encontraría un tope en esa infinita paciencia de la que tanto fanfarroneaba ese imbécil y lograr así que la dejase tranquila en su última noche como homicida legendaria.- Aunque... - se acercó con cautela hacia él y lo inspeccionó en profundidad . - debo admitir que una buena revolcada sobre esta mesa no vendría nada mal... 
-De acuerdo – acepto él sin más.
Elena arqueó un ceja, claramente no esperaba tal respuesta.
-¿Estarías dispuesto a tener sexo con una prostituta que haya estado con quien sabe cuántos hombres en su vida, cuya sangre esta infecta de todo tipo de estupefacientes, pero por sobre todo con una maldita homicida enferma hasta la médula y ávida de venganza a cualquier precio? - ironizó.
Él asintió intentando mantener la serenidad, hablar con Elena se estaba tornando complicado y por un momento se alarmó al percatarse de lo que estaba a punto de hacer. Esto podría llegar a producir consecuencias negativas. Estaba arriesgándose demasiado. Pero si realmente quería obtener algo de ella, debía tomar medidas drásticas, pensó.
-Sería lo justo ¿no?
-¿Sabes que te haría de todo...? - le insinuó ella sin tapujos.
De pronto Jared notó como repentinamente las facciones de la homicida se acomodaban sutil hasta arrecirse en un perfil completamente extravagante e impropio, nunca antes visto. Una oleada de sensaciones, provocados por la insinuación de su mirada sicalíptica, activó aquel recóndito espacio destinado a los deseos concupiscentes. Pero rápidamente fueron reprimidos, sin permitirles emerger lo suficiente como para alarmar; pues no debía perder de vista el objetivo. Además detrás de aquello había descubierto algo por donde arremeter.
-Haremos lo que quieras... - dijo sugerente. - pero antes deberás hacer lo que te pida.
Ella sopesó un instante la propuesta. Ambos estaban enfrentados, él trató de sosegar sus impulso humanos, mientras la intentaba intimidar con su mirada rígida y su cuerpo entumecido. Ella al instante se relajó, alejándose de él.
-Escupe – dijo finalmente.
- Quiero que respondas algunas preguntas. – le instó, a sabiendas de que probablemente seria inútil, imposible de lograr. 
-La ronda de interrogatorios ya paso... - le recordó.
-Esas preguntas nada dicen de ti, fueron una total perdida de tiempo, algo que tuve que seguir a rajatabla por simple protocolo, yo quiero hacerte mis preguntas.
-Olvídalo – espetó.
Jared inhaló nuevamente presionando el puente de su nariz.
-Mira... - llamó su atención, sus facciones se habían entumecido formando un gesto severo. - Follarte no te saldrá gratis, si quieres que te estampe contra esta mesa y te penetre hasta el hartazgo será mejor que cooperes preciosa. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas, aquí estamos solos tú y yo, no hay ninguna maldita autoridad que nos censure... así que lo vamos a hacer a mi modo. ¿lo has entendido?
-¿Me vas a violar? – le preguntó arqueando una ceja.
-No será necesario, porque ambos vamos a cumplir lo pactado.
Ella lo observó por un breve instante con una expresión difícil de desentrañar.

-Ante todo me gustaría que por esta noche abandones la prepotencia y el sarcasmo, y me expliques que esta pasando en esa cabeza - le propuso él, apoyando sutil su dedo índice en la frente de Elena.
-Pides demasiado para ser un simple detective, - respondió apartando bruscamente el dedo intromitorio de Jared.- mucho más que mi abogado que por cierto es un idiota. Ambos pierden el tiempo – concluyó con parsimonia y una templanza casi imposible de asimilar. Hecho que removió algo en Jared. Una intuición podría decirse.
-Leí expedientes tuyos.- comenzó paseándose por la habitación.- Un pasado oscuro. Raro sobre todo considerando que provienes de una familia bien constituida, tuviste muchos amigos. Una niñez y adolescencia bastante “tranquila”. Dime, - inquirio apoyando las palmas de sus manos en la mesa frente a Elena.- ¿qué te llevo a ese cambio tan radical de ser?
-Incurrí en la droga, ya se los dijo mi abogado - declaró reticente.
-Lo sé, pero eso lo dice él, ¿tú qué dices?
-La droga, ya te lo estoy diciendo.
-Presiento que mientes.
-Allá tú y tú jodida intuición...
Jared se acercó a ella.
-¿Por qué alguien con una vida tan ejemplar podría incurrir en un mundo tan oscuro y cerrado, así como así..?
-Marihuana, ácido, cocaína, y muchas otras porquerías con las que tal vez jamás te hubieses imaginado... todo forma parte de una proceso. Empiezas con una y terminas con un arma apuntando al dealer que acabas de follarte...
-No te creo... 
-Pues ese es tu problema...
-¿Mal de amores?- prosiguió ignorando los comentarios de Elena. Sentía que estaba encaminado.- no lo creo, ¿Homosexualidad reprimida? está bastante claro que no ¿qué paso?
-Dime tú a que demonios viniste ¿eh? ¿Quieres que te cuente mis experiencias sexuales, de como me gustaba que me follen duro? ¿saber como inhalaba tiza, me inyectaba veneno y fumaba mierda? ¿contactar con mis llegues? no venden viagra te lo comento, ni nada que pueda contribuir a mejorar tu disfunción eréctil. No te soy de utilidad.
-Que eres puta y una drogadicta no lo niego...  - repuso con malicia. - pero tampoco ignoro que eres una vil mentirosa...
-Vete a la mierda puto.
-¿Tu mataste a Annie? - le inquirió insistente ubicándose cerca de su rostro.
-Si – contraatacó.
-Mentira... - contradijo. - te lo preguntaré de nuevo ¿Mataste o no a Annie?
-si – respondió con acritud
-Mientes...
-¿Aparte de disfunción sexual sufres de demencia senil...? – se levantó súbitamente para enfrentarlo. - yo asesine y torturé a esa mojigata... – espetó áspera.
-Estas omitiendo algo – insistió. Elena estaba irritándose en demasía con todo ese cuestionario y Jared lo sabia. - ¡dímelo! - la tomó por los hombros sacudiéndola violentamente, algo que en su profesión estaba completamente prohibido. Pero en ese momento estaban solos.
-¡La maldita chilló como un ternero carneado vivo... vieras como me mojé al verla suplicar! - profería ella maniática completamente alienada, en tanto Jared la zarandeaba.
De pronto hizo algo con lo que probablemente podría perder su trabajo. Rodeo la mesa hasta llegar hacia ella y le apuntó en el rostro un golpe seco.
- Habla de una puñetera vez maldita sea! - volvió a sacudirla con brusquedad para que entrase en razón, y la estampó contra la pared, aprisionándola; ella al instante reaccionó y le golpeo con una fuerza sobrehumana.
-¡Basta! - gritó desquiciada – Déjame en paz, aunque sea en mi puta ultima noche de vida ¿quieres? Puedes guardarte tu maldito pene, no quiero que me toques. - sus ojos emanaban puntadas lastimosas hacia Jared quien hacia un esfuerzo por no frotarse el rostro adolorido, no quería perder su agarre, la tenia donde queria - ¡¿Qué mierda quieres de mi maldita sea?!
-¡Quiero que me digas la verdad! - le gritó, ahora él era el que amenazaba con perder la razón.
- ¡No! - dijo intentando mantener la calma - ¿Qué importa el puto homicidio, que importa todo lo que pueda decir? los putos cargos y las malditas pruebas ya fueron expuestas, el sentencia a estas alturas ya debe estar decidida. Nada cambiara las cosas. ¡NADA!
Jared quedó totalmente en estupefacto al oír todo aquello.
Por primera vez Jared notó un sentimiento extraño en Elena, un sentimiento que irradiaba la expresión de su rostro. Su mirada que, según él, nunca coincidía con sus palabras y lo había llevado a preguntarse que podía ser aquello que ocultaba. Porque por más claro que hubieron resultado ser los relatos con los hechos, por mas que todo tuviese sentido y fuese convincente, faltaba un por qué, una razón.
Jared sintió que estaba a punto de conseguirlo, al notar algo extraño y nuevo en Elena.
¿Arrepentimiento? No, más que eso. Ya había experimentado lo que era en otros casos dónde el transgresor por temor y miedo a la sentencia, demostraba sincero arrepentimiento. Tarde por supuesto.
Pero Elena tenia algo distinto. No estaba arrepentida, para nada en absoluto. Pero sus ojos y sus palabras por primera vez iban acompañados. Hecho que provocó cierta inquietud y generando en él algo que jamás le había ocurrido: Conmoción.
Su mirada le estaba afectado demasiado, al punto de reprimir la necesidad de hacer algo lo más antes posible para disipar aquel sentimiento que emitía.
Dolor.
Elena estaba dolida, como quien luego de haber recibido golpes tras golpes, solo estaba en la espera del golpe final para terminar de una vez por todas la tortura crónica y el suplicio por no entender el por qué de esos golpes.
Entones la explicación que Jared tanto buscaba, esa intuición que lo había llevado a desobedecer a sus superiores, la razón que aclarase todo... estaba en ella, en esa mirada, esas palabras, en ese dolor y pesar, en ese "por qué" que Elena se cuestionaba en cada momento desde hace mucho a si misma, aun sabiendo la respuesta real, más no la realidad.
La soltó y ella cayó bruscamente al suelo derrotada. Se produjo un profundo y extenso silencio en el que ambos permanecieron absortos en sus pensamientos, en sus mundos. El corazón de ella poco a poco fue sosegándose retornando a sus leves zumbidos. Él simplemente la observaba, entre receloso y conmovido.
-Tal vez si – habló él finalmente.
- ¿Si qué? - inquirió ella casi en un susurro, sin levantar la vista.
-Puede que aun no sea demasiado tarde... - se acercó con cautela, ubicándose en cuclillas al frente suyo.
Estuvo a punto de decir algo mas pero recibió una oleada de angustia y sufrimiento al levantar su rostro, completamente consternado, para poder verla. Y por unas milésimas de segundo, en un instante, pudo ver una verdadera víctima.
-¿Elena? - inquirió confuso, sorprendido ante esa reacción y llamándola por su nombre por primera vez desde que la hubo conocido.
Ella estaba petrificada, desconcertada; se había puesto completamente tensa y sus ojos quedaron mirando al vacío, como si estuviera perdida. Había entrado a un estado de estupor, en un trance. De pronto una lágrima brotó por su rostro ceniciento. Luego sus ojos se llenaron de mas lágrimas. Su mirada  apesadumbrada y abatida, auguraba derrota, como si en ese instante hubiese recibido ese golpe final.
-¿Elena mataste a Annie? – preguntó estoico, ella asintió sin mirarlo.
-¿Por qué?
Se produjo otro silencio, y el ambiente se cargo de tensión. Cuando por fin habló lo hizo presa del pánico.
-Porque yo los desafíe – repuso gélida.
-¿A quienes desafiaste? – insistió Jared cada vez mas confuso.
Elena posó su vista en la de él, volviendo a la realidad y con una gesto completamente carente de emoción.
-A la peor escoria que puede existir en este planeta... - concluyó.



viernes, noviembre 29, 2013

"Algo oscuro"


PRIMERA PARTE: “Antes


~3~
"Algo oscuro"


    Catalina había imaginado de miles y miles de formas cuan maravilloso podría ser un baile. Como debía de ser sentirse iluminada por la luz de las miradas al pasar, al bailar, al sonreír cortésmente. Lucir un hermoso vestido. La gloria de ser reconocida y aceptada socialmente. Que la gente la reconozca y diga su nombre con orgullo. Que un príncipe acuda deseoso de que se le conceda una pieza. Solo una pieza...
    Desplomada en el suelo, ahogada por un mar de árboles a su alrededor, se subsumió en un profundo sueño, donde los bailes eran un encanto; donde la promesa de un destino de felicidad se encontraba latente detrás de cada fragmento de la decoración, de cada nota musical, de cada mascara, de cada traje, de cada sonrisa.
La realidad se mostraba totalmente distinta. El peso de aquella vida que no había podido siquiera ver a los ojos y darle un último adiós al mundo terrenal, ahora estaba constreñida en esa ínfima pieza que su mano fuertemente aferraba.
    A estas alturas se sentía un estropajo desechable, su peluca se había enmarañado, parte del cabello estaba escapando, dejando entrever finas mechas castaño claro, resolvió deshacerse de ella; su rostro estaba todo sudado por la agitación, de modo que decidió sacarme el maquillaje también, con la entretela del costoso vestido, para conservar únicamente la máscara. Mañana la abuela criticaría a sus anchas como su vestido se hubo mancha de maquillaje y de sangre. Pero no si antes lo quemaba, para borrar por siempre el recuerdo y quitarle toda posibilidad de futura humillación. Se levantó, saliendo de su ensimismamiento y cuando se dispuse a caminar el taco del zapato izquierdo se quebró, provocando que tambalee y, que de no ser por el poco equilibrio y fuerza que poseía, tal vez habría caído bruscamente en el suelo.
    -¡malditos zapatos! – maldijo, quitandoselos hasta quedar descalza – mañana también los voy a quemar, y arderán tanto como mi vestido… - sentenció desquiciada.
    -no si ellos van por usted primero.
    Una voz provenientes de los árboles la sobresaltó, y el poco equilibrio que había logrado se esfumó. Cayó de rodillas al suelo, apoyando sus manos antes. Una discreta risa y una figura se desprendió de las penumbras para dar paso a un joven, que observaba sonriente su reciente espectáculo.
    -cuanto lo lamento, no tuve intenciones de asustarla – se disculpó, acercándose de inmediato para poder ayudarla a que se levantase.
    Catalina no pudo reprimir la bronca, a causa del susto.
    -¡demonios! -profirió fuera de sí. - ¡¿No sabes que espiar a las personas está mal?!
    El joven la miró consternado, pero seguía manteniendo la sonrisa burlona.
    -De nuevo, lo lamento, ¿se encuentra bien? – preguntó cortésmente, mientras ella acomodaba su vestido y cabello.
    - Sí, gracias – respondió áspera.
    -Pero tienes… - replicó alarmado al observar la mano que tenía la llave - te hiciste daño... – se arrimó para tocarle la mano que tenía con sangre, impulsivamente como un reflejo Catalina la escondió detrás.
    -Estoy bien – se alejó rápidamente.
    Ante esa extraña actitud, el joven se quedó paralizado. Bajó la mano que le había quedado suspendida en el aire, y la observó con ojos expectantes y recelosos. De arriba hacia abajo. De abajo hacia arriba. Catalina agradeció llevar la máscara en esos momentos. Él también llevaba una, solo que era más elaborada y tenía piedras en los bordes. Su cabello era de un negro tinto, su piel nívea contrastaba con la vasta oscuridad y su traje azul. Podía jurar que tenía ojos claros, pero sin mucha convicción. Era alto y esbelto.
    -Tal parece que alguien está un poco susceptible esta noche… - comentó irónico. Luego de semejante inspección.
    -Tal parece que alguien no encontró mejor diversión que importunarme – por fin había terminado de arreglar el cachivache de ropa que tenía y su cabello.
    -¿le cuento algo? - no esperó respuesta - He tenido compañeros de batalla tan feroces que dan miedo, pero usted puede que le gane en carácter – repuso sarcástico, con un deje de frialdad – que tenga usted buenas noches - Acto seguido se retiró dirigiéndose a la mansión.
    Magnífico, más descortés no podía haber sido, pensó Catalina. Pero qué importaba ser amable cuando no se sentía con ánimos de serlo. Además no sabía quién era, probablemente nunca más lo volvería a ver. Se olvidaría de ella. Ahora tenía otro asunto que solucionar. Se dirigió a la mansión un tanto abatida, pero más tranquila, para pedirle a su madre que volviesen a casa. No podía estar ni un segundo más en ese lugar.
    -¿Que ocurre Catalina? – Inquirió Elena minutos más tarde cuando por fin se pudieron encontrar – ¿dónde has estado? te estuve buscando – preguntó mientras evaluaba el aspecto de su hija, quien se hubo cerciorado de arreglarse antes.
    -Nada madre, me fui a conocer los jardines, pero ahora me siento cansada solamente – sonrió para no levantar sospecha. Por suerte para ese momento la fiesta estaba concluyendo y muchos invitados estaban partiendo. De modo que no hubo más cuestionarios al respecto y se marcharon.
    Catalina suspiró con pesar. Todo parecía formar parte de una imagen onírica.
    Se había derrumbado hasta el mínimo vestigio de esperanza de que su noche fuese perfecta. Porque, aunque todos aquellos invitados consecuentes, considerados y cortes ignoren lo que hubo presenciado, el secreto de la verdad lo llevaba y lo llevaría arremetido en aquella pequeña pieza. Y en su espíritu.
    Un hombre fue asesinado en pleno festín, en el mayor clima de festejo, y nadie lo sabía…
    Se paseaba por su mente.
    Pero pronto lo sabrían, y cuando eso ocurriera, ¿qué pasaría con ella? Instintivamente apretó la llave de su mano como si se la estuviesen por arrebatar y le fuese la vida en ella. Este era un secreto; intuía que así lo fuera, de lo contrario ¿porque un hombre se tomaría los últimos momentos de su agonía en dársela a un extraño? probablemente porque no quería que sus más cercanos lo supieran, esta llave puede que oculte algo que no debía ser conocido. De ser así, Catalina no podía ignorar la idea de que, a partir de este momento, algo oscuro cargaba en ella.

"Dancing in the Dark"