"La leyenda del Arlequín"
En un mundo, donde la
gracia de ver al prójimo como alguien que pueda contribuir a hacer
tus días cada vez mejor, donde el amor brota por la piel sin miedo a
manifestarlo y donde la esperanza que irradia una sonrisa; han
quedado totalmente extintos, a tal punto de convertirse y ser
considerados una leyenda, el mito más remoto de la historia de la
humanidad; oculto en lo más recóndito de la desolación y la
crueldad.
Allí en ese mundo oscuro y
espurio es donde encontré una pequeña luz.
Una llama a punto de
ahogarse por la debilidad; a través del dolor pudo encontrar, tal
vez, el último soplo; un aliento para que no terminase por sucumbir
por siempre.
Mi Alma…
Ahogada por el costumbrismo
y las leyes sin sentido; de una sociedad estéril, cual estanque
donde el agua jamás se renueva; me atreví a introducirme a lo
incierto de terminar con tanta agonía.
¡Cuánta osadía la mía!
Las miradas jamás lo
habrían comprendido; solo habrían sentenciado, con aires de
grandeza y completa pureza, la carencia de mi cordura que el
colectivo califico como indispensable.
¿Indispensable para qué?
Para “adecuarse” a
lineamientos estrictamente tiránicos y represivos, donde la muerte
emocional y la censura son los que dictaminan cada movimiento y a
cada ser.
¿Por qué tanta
restricción?
¿Qué era lo que no debía
exponerse?
¿Cuál era el motivo por
el cual nos prohibieron, desde niños, sonreír honestamente?
“Solo para usos sociales
de falsa cortesía”…
¿Por qué nos impedían
tener espejos?
En un mundo donde la vida
se encontraba constreñida a modismos automáticos, preestablecidos
caprichosamente, tendientes a socavar la libertad y donde hablar de
sentimientos e ideales; se habían convertido en los mayores tabúes.
La única respuesta que
pudo socorrer mi desencanto ante esa realidad, fue el deseo de
adentrarme a un sueño eterno.
En cuanto sentí que era el
momento justo para lograrlo, un reto mayor irrumpió en mi plan.
Y como el mayor del los
misterios, tanto o más que el origen del universo, apareció la
puerta que abría paso hacia la libertad.
Ese ser no me salvo de la
muerte, no.
Esa luz me revivió.
Detrás del espejo en su
mundo paralelo, rompió las cadenas que me ataban a una ruina
circular.
Con sus destellos del todo
y la nada a la vez, supo mostrarme el mundo tal como es.
Sano las heridas crónicas
y el dolor que hacía tiempo arrastraba; con su pequeña luz, que
emergía con el curvar de la comisura de sus labios.
Su rostro cubierto de magia
hacían resaltar lo asombroso de su ser, con los tiques mas
burlescos, casi como un guiño a los defectos y las desgracias.
Sin pensarlo me entregue a
él y a su insensatez. Y mi destino tomo otro rumbo, uno que jamás
esperaría.
Hoy divago por horizontes
de eterno resplandor sin penas ni culpas por ser lo que soy.
Todo comenzó esa noche de
desencanto y ahogo de mi alma, a milésimas de llegar a su fin. Al
borde del abismo. Sin honores y glorias, ni avisos apareció.
Entonces la leyenda cobro
vida frente al espejo. El “Arlequín” vino para cambiar el rumbo
de mi destino para siempre.
(Prólogo de "arlequín")
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