martes, noviembre 26, 2013

"¿Crees en el amor a primera vista?"



"¿Crees en el amor a primera vista?"


Marbe inspeccionó su reloj, eran las nueve de la mañana en punto, entraba a su trabajo a las diez. De modo que decidió hacer tiempo en un bar que quedaba cerca. De paso hablaría con el dueño sobre unos asuntos importantes.
-¿Cómo va todo esta semana? – Le preguntó amablemente, Paul-Loup Gauthier, un simpático francés dueño del “Le Charol”, su bar preferido. Era el único lugar donde le servían sus platos preferidos, que si bien no aguardaban relación con la gastronomía francesa, su amigo mandaba a prepararlos de todos modos sólo para ella. Era un tipo muy agradable, extremadamente elegante y detallista. En cuanto tenia oportunidad Marbe se ganaba una que otra reprimenda de parte de este por sus malos hábitos y por su mal gusto para vestirse o porque no se arreglaba demasiado. Así era Paul.
-¡Excelente! – le respondió emocionada, mientras devoraba su pan con manteca y “dulce de leche”. Más bien su bandeja de panes con dulce y su café con leche. Paul solo la observaba, pues ya no le sorprendía en absoluto los modales de su amiga. – Ya terminé la mezcla para la presentación de esta noche – prosiguió – espero que logre impresionarlos, de lo contrario…
-¡oh! Sí que lo harán… - le interrumpió. – desde luego que quedaran pasmados, a mi me paso eso, tu música llama Mar – le confesó el francés mirándola a los ojos. Porque desde luego que no mentía.
Paul recordaba esa noche que la había escuchado por primera vez en aquella fiesta. Y lo recordaba con tanto fervor... porque allí fue que conoció a la persona más maravillosa que podía existir. Marbe le había confesado que sólo había reemplazado unos minutos al Dj contratado, ya que ella era la encargada de trasladar los equipos esa noche y estaba como asistente. Pero fue en ese instante en que esa mujer se puso los auriculares y tomó el manejo total del multipista, que todo había ocurrido, reflexionó Paul. No sólo tenía un talento extraordinario para las mezclas, sino que también por medio de ellos trasmitía sentimientos; sentimientos que él había captado y aquel sujeto, que estaba en el otro extremo de la pista, también. Ambos se miraron. Y el tiempo se detuvo. Ya no había nada que captase su atención más que ese hombre y la música de fondo. Y para este pareció ocurrir lo mismo. Hablaron… aunque el tiempo peco de brevedad, pudo comprobar, por primera, vez que si podía ser correspondido. Pero la vida nunca seria sencilla, y mucho menos la suya. Por su condición. Y ese sujeto; que con sólo esa pieza de música compuesta por esa mujer que tenía enfrente en estos momentos; le había robado el corazón, se marchó; llevando consigo la promesa de un futuro incierto, quizás con la esperanza de un reencuentro.  Así fue que conoció a Nick. El hombre de sus sueños. Y posterior a Marbe, a quien no dudó en contactar para que trabajase en su antiguo bar, con música bailable. Cuyo éxito le abrió muchísimas puertas.  
Suspiró.
Marbe asintió, pues sabía que su amigo no intentaba ser condescendiente, sino que lo decía de verdad. Supo al instante la razón. Y lo entendía. Además estaba segura que de no haberse dado las cosas así con él, esta oportunidad que tenia ahora nunca habría llegado.
Le sonrió.
-Eres un romántico empedernido – se burló.
-¿No me digas que no crees en al amor a primera vista? – repuso Paul, exagerando el gesto de conmoción.
Marbe dirigió su vista hacia la ventana. La gente caminaba apresurada, de un lado a otro; era como una corriente fluvial, una marea devastadora. Los observó a cuantos pudo: hombres de traje, hombres de estilo casual, mujeres bien vestidas, de tacos, de zapatillas, ancianos y niños… pero eran solo gente ordinaria, frenética y masificada, sus rostros no le decían nada.
-Por supuesto que si Paul, es en lo único que creo en esta vida – confesó Marbe taciturna, con su mirada al vacio. Un sentimiento de nostalgia se hizo presente. Recuerdos y más recuerdos irrumpieron en su mente. Un nudo en la garganta. Un suspiro finalmente. -Bueno, será mejor que me apresure – habló, luego de ese instante de flaqueo. – No me gusta hacer esperar a las personas - concluyó firme.
Paul asintió.
-no te preocupes la casa invita, suerte esta noche – le deseo.
-Gracias – le dijo esta y se puso en marcha.

Paul observó como ella cruzaba la puerta. Aunque desconocía esos pequeños intervalos de reserva en Marbe, sentía que sus razones habría de tener, y que de seguro aguardaban relación con su situación actual y explicaría por qué se había ganado su respeto y admiración en ese tiempo. Era una mujer de mundo, según él. Y bien sabía que el mundo era cruel.

(Fragmento de "De la Idea del Caos")





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