"¿Crees en el amor a primera vista?"
Marbe
inspeccionó su reloj, eran las nueve de la mañana en punto, entraba
a su trabajo a las diez. De modo que decidió hacer tiempo en un bar
que quedaba cerca. De paso hablaría con el dueño sobre unos asuntos
importantes.
-¿Cómo
va todo esta semana? – Le preguntó amablemente, Paul-Loup
Gauthier, un simpático francés dueño del “Le Charol”, su bar
preferido. Era el único lugar donde le servían sus platos
preferidos, que si bien no aguardaban relación con la gastronomía
francesa, su amigo mandaba a prepararlos de todos modos sólo para
ella. Era un tipo muy agradable, extremadamente elegante y
detallista. En cuanto tenia oportunidad Marbe se ganaba una que otra
reprimenda de parte de este por sus malos hábitos y por su mal gusto
para vestirse o porque no se arreglaba demasiado. Así era Paul.
-¡Excelente!
– le respondió emocionada, mientras devoraba su pan con manteca y
“dulce
de leche”.
Más bien su bandeja de panes con dulce y su café con leche. Paul
solo la observaba, pues ya no le sorprendía en absoluto los modales
de su amiga. – Ya terminé la mezcla para la presentación de esta
noche – prosiguió – espero que logre impresionarlos, de lo
contrario…
-¡oh!
Sí que lo harán… - le interrumpió. – desde luego que quedaran
pasmados, a mi me paso eso, tu música llama Mar – le confesó el
francés mirándola a los ojos. Porque desde luego que no mentía.
Paul
recordaba esa noche que la había escuchado por primera vez en
aquella fiesta. Y lo recordaba con tanto fervor... porque allí fue
que conoció a la persona más maravillosa que podía existir. Marbe
le había confesado que sólo había reemplazado unos minutos al Dj
contratado, ya que ella era la encargada de trasladar los equipos esa
noche y estaba como asistente. Pero fue en ese instante en que esa
mujer se puso los auriculares y tomó el manejo total del multipista,
que todo había ocurrido, reflexionó Paul. No sólo tenía un
talento extraordinario para las mezclas, sino que también por medio
de ellos trasmitía sentimientos; sentimientos que él había captado
y aquel sujeto, que estaba en el otro extremo de la pista, también.
Ambos se miraron. Y el tiempo se detuvo. Ya no había nada que
captase su atención más que ese hombre y la música de fondo. Y
para este pareció ocurrir lo mismo. Hablaron… aunque el tiempo
peco de brevedad, pudo comprobar, por primera, vez que si podía ser
correspondido. Pero la vida nunca seria sencilla, y mucho menos la
suya. Por su condición. Y ese sujeto; que con sólo esa pieza de
música compuesta por esa mujer que tenía enfrente en estos
momentos; le había robado el corazón, se marchó; llevando consigo
la promesa de un futuro incierto, quizás con la esperanza de un
reencuentro. Así fue que conoció a Nick. El hombre de sus
sueños. Y posterior a Marbe, a quien no dudó en contactar para que
trabajase en su antiguo bar, con música bailable. Cuyo éxito le
abrió muchísimas puertas.
Suspiró.
Marbe
asintió, pues sabía que su amigo no intentaba ser condescendiente,
sino que lo decía de verdad. Supo al instante la razón. Y lo
entendía. Además estaba segura que de no haberse dado las cosas así
con él, esta oportunidad que tenia ahora nunca habría llegado.
Le
sonrió.
-Eres
un romántico empedernido – se burló.
-¿No
me digas que no crees en al amor a primera vista? – repuso Paul,
exagerando el gesto de conmoción.
Marbe
dirigió su vista hacia la ventana. La gente caminaba apresurada, de
un lado a otro; era como una corriente fluvial, una marea
devastadora. Los observó a cuantos pudo: hombres de traje, hombres
de estilo casual, mujeres bien vestidas, de tacos, de zapatillas,
ancianos y niños… pero eran solo gente ordinaria, frenética y
masificada, sus rostros no le decían nada.
-Por
supuesto que si Paul, es en lo único que creo en esta vida –
confesó Marbe taciturna, con su mirada al vacio. Un sentimiento de
nostalgia se hizo presente. Recuerdos y más recuerdos irrumpieron en
su mente. Un nudo en la garganta. Un suspiro finalmente. -Bueno, será
mejor que me apresure – habló, luego de ese instante de flaqueo. –
No me gusta hacer esperar a las personas - concluyó firme.
Paul
asintió.
-no
te preocupes la casa invita, suerte esta noche – le deseo.
-Gracias
– le dijo esta y se puso en marcha.
Paul
observó como ella cruzaba la puerta. Aunque desconocía esos
pequeños intervalos de reserva en Marbe, sentía que sus razones
habría de tener, y que de seguro aguardaban relación con su
situación actual y explicaría por qué se había ganado su respeto
y admiración en ese tiempo. Era una mujer de mundo, según él. Y
bien sabía que el mundo era cruel.
(Fragmento de "De la Idea del Caos")
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